21 jun 2013

El autoengaño

El autoengaño es un tema que siempre me ha interesado y en este momento me apetece hablar de ello, seguramente porque recientemente he visto algunos comportamientos de personas que tienen una gran capacidad de encerrarse en el autoengaño para no afrontar la realidad, o para no hacer frente a cualquier problema que se les presente.

Se puede asegurar que prácticamente todos recurrimos a este pequeño mecanismo mental de supervivencia que unas veces puede ser beneficioso pero otras, las más, tiene efectos negativos. Lo usan tanto los que ante las adversidades se atribuyen todos los males del mundo como los opuestos, los que tienden a atribuirse más los éxitos que los fracasos.

El autoengaño se usa para eludir las consecuencias de nuestros actos o para ignorar algo del entorno que no nos gusta. Por ejemplo, ante el anuncio de enfermedad grave, los hay que son negativos por naturaleza y siempre se ponen en lo peor, mientras que otros recurren a la negación y se instalan en otro mundo sin asumir responsabilidades o tomar medidas precautorias, es verdad que con ello a veces pueden evitar momentáneamente el estrés o las depresiones pero con un coste importante.

Vimos aquí hace tiempo el Modelo de Kúbler Ross en el que se definen cinco pasos: Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación. El autoengaño puede ser el primer paso de este proceso y entra dentro de lo normal. El problema viene cuando alguien se queda en esta primera fase e insiste en dar continuidad al autoengaño.

Según los expertos este mecanismo puede llegar a ser inconsciente, e incluso advierten que a veces es nuestro propio cerebro el que deforma la realidad y nos engaña sin que nos demos cuenta. Puede ser porque nosotros lo hayamos acostumbrado a ello o porque por un simple sentido de supervivencia el cerebro cambia la información que recibe. Está claro que, como dijo el poeta, todo es según el color del cristal con que se mira.

En este blog también hablamos del libro El punto ciego de Daniel Goleman, es uno de los recomendados en el apartado correspondiente de Libros recomendados. En su libro Goleman compara esta manera de huir de la realidad con el hecho fisiológico de que en la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. De igual forma, nosotros tendemos a bloquear experiencias personales desagradables y a interpretar y reinventar la realidad. Eso, unido a los filtros de interpretación que nuestra memoria añade o que tendemos a borrar de nuestra memoria las cosas que no nos gustan, por la razón que sea, da como resultado que nuestra realidad sea muy subjetiva.

Creo también importante recordar lo que apareció aquí sobre el concepto de autocompasión utilizado por Kristin Neff (Ver post). Aceptar nuestras imperfecciones puede ser el mejor paso para una salud mejor, ser más felices, más optimistas y a la vez sufrir menos depresiones y ansiedades. Y como se recordaba allí, no debe confundirse con la autocomplacencia, la autoindulgencia o llevar a la reducción de expectativas.

En definitiva, ciertas dosis de autoengaño como barrera frente a grandes obstáculos de vez en cuando viene bien, pero teniendo en mente que con más tiempo se tiene que tratar de asimilar aquello de lo que hemos querido huir (Modelo de Kúbler Ross), porque lo que no se afronta una vez siempre se repite. Adicionalmente, siempre viene bien contrastar con nuestros seres más cercanos si estamos interpretando la realidad de una forma objetiva o estamos, una vez más, no viendo la viga en nuestro propio ojo.

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