10 mar 2014

Falleció el maldito Leopoldo María Panero

Tal como vivió, en completa soledad, murió Leopoldo María Panero. A los 65 años, después de 10 años de reclusión voluntaria, falleció en una unidad de psiquiatría de un hospital de Las Palmas de Gran Canarias. Era el último eslabón de una familia en descomposición que llevaron al cine Jaime Chávarri (El desencanto, 1976) y Ricardo Franco (Después de tantos años, 1994).

Cuando vi El desencanto sufrí una autentica alucinación por la presencia de Leopoldo María. Es algo difícil de explicar pero su forma de hablar, su constante referencia a autores muy diversos, sus citas literales en otros idiomas, su risa cavernaria, su mirada, ...Me daba la sensación de estar ante una persona tremendamente inteligente, culta y con capacidad de poetizar cualquier exabrupto antisistema.

Recuerdo haberle visto en la Feria del Libro de Madrid hace unos seis o siete años, con la camisa de manga corta completamente desabrochada, desaliñado y con esa mirada..., es imposible olvidarla! No me atreví a solicitarle una firma, me quedé con las ganas y con el tiempo lo he lamentado.

Si lo traigo aquí no es para contar su vida o su obra, en Internet hay infinidad de referencias, biografías o entrevistas en TV y radio, y más ahora (recomiendo esta entrevista de 2011: http://www.youtube.com/watch?v=Dc0f_VI9Jpc). No, si lo traigo es por la atracción que siempre he sentido por la creatividad que hay detrás de la locura y él era el loco oficial de la poesía española, aunque alguna vez dijo: "España es la que está loca, no yo".

Más allá de sus intentos de suicidio, su paso por la cárcel de Carabanchel, su propia prolífica poesía, a veces sublime y otras imposible, me fascinaba su persona. Era incapaz de imaginar qué podía haber detrás de esa mirada, me imagino que no seré el único. Las fotos que se publicaban en estos últimos años me hacían estar varios segundos en blanco y sin poder apartar la vista de ese rostro destrozado por tantos años de excesos físicos y mentales, impresionante.

Inevitablemente, y es algo que no he oído a nadie, su atmosfera vital y literaria me recordaban a la impresión que sentí cuando leí hace muchos años Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud. En fin, como dije en otro post hablando del centenario de August Strindberg (Ver post), las personas muy creativas tienen a veces algo de excéntricos, de genios o de fuera de la norma y sus obras tienen una gran capacidad de atracción, seducen por coquetear con los límites de la cordura y, por qué no decirlo, se atreven a transgredir con valentía.

Termino con una cita que se ha repetido mucho estos días después su muerte:

“Vivo dentro de la fantasía paranoica del fin del mundo y no solo no quiero salir de ella sino que pretendo que los demás entren en ella. Todas mis palabras son la misma que se inclina hacia muchos lados, la palabra FIN, la palabra que es el silencio, dicha de muchos modos”.

Él se ha ido y ahora queda su obra, libre ya del distorsionador influjo de su personaje. Seguro que se valorará de otra manera, lejos ya del abismo de la locura, del delirio, real o impostado. Recomiendo muchísimo ver, o volver a ver, El desencanto y su secuela Después de tantos años.

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