12 sept 2016

La juventud, de Sorrentino

Otro de los placeres de este verano ha sido ver la película Youth (La juventud).de Paolo Sorrentino. A parte de disfrutar de una buena película, excelente diría yo, La juventud es una estupenda reflexión sobre los desgastes que acompañan a la vejez y las reflexiones que propicia. Ese es el motivo por el que aparece en este blog.

Ya se sabe que Sorrentino es un director de cine con mucha personalidad, me refiero a que cuando estás viendo una película suya sabes que es suya, barroca, surrealista... Visualmente es imposible apartar la mirada o tener un momento de despiste porque sabes que te vas a perder algo importante, es todo intenso y sorprendente, todo acompañado con una música reconocible y envolvente. Me recuerda mucho a Terrence Malick. Obviamente, esto es muy personal porque hay gente a la que cansa Sorrentino, el caso es que indiferente no deja y a mí esta película me ha dicho más que Il Divo o La gran belleza.

En la película no solo se trata de la dificultad que conlleva tener que asumir la decadencia física y mental de la vejez, que quizás sea lo de menos porque es algo que a todos nos va a ocurrir en mayor o menor grado, sino también de las dudas que plantea el mirar atrás y pensar sobre lo ya vivido. Sorrentino habla de la importancia de alimentar una vida plena de recuerdos, y de fantasmas claro, y, sobre todo, de la manera en que cada uno llegado un momento concreto vamos mirando para atrás y se van manifestando en toda su crudeza las dudas acerca de si lo vivido se hizo en el camino correcto, si había algún desvío que se nos pasó de largo o sencillamente si aún hay tiempo para algo que merezca la pena.

Todo ello se desarrolla en un hotel balneario de los Alpes suizos en el que se aloja una variopinta colección de huéspedes entre los que hay de todo, desde un monje budista hasta un alter ego de Maradona o una joven Miss Universo atípica. Entre ellos, los protagonistas de la historia, dos ancianos amigos de toda la vida, nada menos que Michael Caine y Harvey Keite, conocidos artistas, uno director de cine intentando realizar su testamento cinematográfico y el otro compositor y director de orquesta retirado pero con tentaciones de volver. Ambos en su ocaso repasan sus vidas y las de sus entornos más cercanos. Hay que verla y sacar las propias conclusiones!

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