Este verano estaba leyendo una revista en la que se hacía referencia a la teoría de la predicción afectiva (affective forecasting) de Daniel Gilbert y, puesto que este psicólogo de la Universidad de Harvard especialista en temas sobre la felicidad ya ha aparecido en este blog alguna vez, me pareció interesante dedicar un post a este tema.
Hablando de cómo buscamos la felicidad y sobre el hecho de que nosotros mismos no somos buenos jueces para conocer lo que nos hará felices y por cuánto tiempo, Gilbert estudió la forma en que predecimos si un evento va a tener impacto en nuestras vidas y de qué manera. Utilizó el concepto de la "predicción afectiva" que definió como el proceso por el que las personas piensan en su futuro y hacen predicciones sobre lo que les gustaría y lo que no les gustaría.
En general, pensamos que hechos agradables van a hacernos felices y mantenernos felices durante un tiempo y que los hechos desagradables o las malas noticias nos van a hundir y a afectarnos durante un futuro impredecible. Pero teniendo en cuenta nuestro sistema inmunológico psicológico, como lo llama Gilbert, en realidad tendemos a recuperarnos más rápidamente de lo que pensamos y, a la vez, a las cosas que creemos van a ser clave en nuestra vida, que van a hacernos felices por más tiempo, también al final nos adaptamos a ellas. En decir, que es importante entender que este hábito, el de que nos inclinamos a hacer predicciones acerca de lo que nos hará felices, no será necesariamente acertado, que somos malos predictores de nuestra felicidad.
Uno de los estudios más determinantes que hizo Daniel Gilbert para demostrar este fenómeno de la predicción afectiva lo realizó con 571 estudiantes de universidad que en ese momento tenían relaciones de pareja o que habían roto recientemente, dos meses en concreto. Quería estudiar y predecir sus reacciones afectivas a la experiencia de la separación. Los dividió en grupos entre los que habían roto su relación en los últimos dos meses y los que no las habían roto. Preguntó a los que no se había separado lo felices que eran y que pensaran cómo se encontrarían si fueran a romper sus relaciones en dos meses.
Lo que descubrió fue que aquellos que nunca habían roto auguraban una gran pérdida si se separaban pero cuando preguntó a las personas que se habían separado en los dos últimos meses descubrió que eran tan felices como las personas que nunca se habían separado. La sugerencia de Dilbert es que nuestro sistema inmunológico psicológico permite que nos recuperemos de estos eventos desagradables mucho más rápidamente de lo que pensamos. Para Gilbert, esta es una de las cosas que hacen que sea difícil para nosotros pensar en la felicidad de una manera realista.
En definitiva, que a menudo somos malos jueces pensando que es lo que nos hará felices en el futuro, lo que provoca muchas veces que busquemos la felicidad por caminos equivocados.