Se está celebrando en el CaixaForum de Madrid un ciclo de conferencias sobre "Emociones olvidadas". Unas conferencias que pretenden ofrecer una perspectiva actualizada sobre las investigaciones más recientes en el campo de la psicología y las neurociencias en torno a algunas emociones y cómo las emociones moldean y dirigen nuestras vidas.
La semana pasada tuve la suerte de asistir a la conferencia impartida por María Dolores Avía, catedrática en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y experta en psicología de la personalidad, con el título de "La apreciación de la belleza". Me gustaría comentar algo y dejar constancia de su intervención y sus opiniones.
En primer lugar, recordó que la apreciación de la belleza se encuentra entre las fortalezas incluidas en la clasificación VIA 24 que definieron Martin Seligman y Christopher Peterson. Concretamente dentro del capítulo "Trascendencia: Fortalezas que forjan conexiones con la inmensidad del universo y proveen de significado la vida". Es por tanto una cualidad que recomienda practicar y fomentar pero de las menos estudiadas. También recordó ejemplos de filósofos que han opinado sobre la belleza, como es el caso de Hume que asoció la apreciación de la belleza a la excelencia.
Más tarde, presentó una serie de ejemplos concretos de lo que puede significar la belleza, mostrando una colección de cuadros antiguos y de las vanguardias para mostrar la belleza vista desde otra perspectiva. Siguió presentando fotografías, ejemplos publicitarios, obras arquitectónicas, escenas cinematográficas, imágenes de la naturaleza, como fotos de flores y paisajes, la belleza moral concretada en ejemplos de generosidad con mendigos, enfermeras... y, finalmente leyó un poema, el conocido soneto "Amor constante, más allá de la muerte" de Francisco de Quevedo para demostrar que la belleza no solo entra por los ojos.
En definitiva, cuando pronunció la frase "Pero en esta sociedad ¿qué valor tiene la apreciación de la belleza?" ya había consumido más de la mitad de la conferencia. No es una crítica sino un lamento porque toda esta parte quedó bien pero quitó mucho tiempo a otras cosas más interesantes. Me refiero a cuando describió sus trabajos sobre la influencia de la personalidad en la capacidad de apreciación de la belleza y viceversa, algo que voy a intentar resumir aquí.
Sobre la capacidad para la apreciación de la belleza se ha intentado hacer diversas escalas pero no demasiadas. Avia presentó un modelo tridimensional ABE (Appreciation of Beauty and Excellence) desarrollado en la Universidad Complutense de Madrid (dentro del estudio Appreciation of Beauty and Excellence: Relationship with Personality, Prosociality and Well-Being). Definió así las tres categorías de apreciación: Belleza (Cuando de alguna forma percibo la belleza de la vida, experimento una gran paz interior), Excelencia moral (Cuando veo personas que manifiestan una generosidad o una bondad extraordinarias, me invade una sensación de tranquilidad) y Excelencia no moral (Me gusta mucho rodearme de gente que tiene talento o unas habilidades extraordinarias).
El modelo y las medidas de factores psicométricos permitieron estudiar la relación del ABE con la personalidad, los factores prosociales y el bienestar. Los resultados muestran que las personas que tienen estas tres cualidades son más abiertas de mente, más predispuestos a la fantasía y la creatividad y más abiertos a los valores de los otros, a la identificación transpersonal.
Terminó preguntándose si la capacidad de apreciar la belleza se puede mejorar y su conclusión, basada en otro estudio propio, es que mejora algo pero poco y el efecto es efímero. Su conclusión es que la sensibilidad se puede enseñar y aprender pero puesto que dura poco lo que se debe hacer es fomentarlo educacionalmente a través de las instituciones para conseguir tener una vida más completa, porque el que aprecia la belleza a menudo olvida sus problemas. Recordó, citando a Rilke, que la belleza está en lo pequeño, en lo que nos rodea en la vida.