4 dic 2017

La motivación, Capítulo XVI. La motivación intrínseca II

Como continuación de un anterior post sobre la motivación intrínseca, enmarcado dentro de la serie de post sobre la Teoría de la Motivación, seguimos con la motivación intrínseca. Recordaremos que son aquellos comportamientos que se hacen de una forma espontánea, es decir se realiza en ausencia de cualquier influencia externa, ya sea por el placer obtenido o por el interés que nos proporciona su ejecución. En esta ocasión concretaremos sobre algunos de los principales teóricos y teorías de la motivación intrínseca.

Una de las primeras referencias sobre la motivación intrínseca, según coinciden la mayoría de los investigadores, es Robert S. Woodworth cuando en su teoría motivacional hablaba sobre "una facilidad innata para las habilidades cognitivas, sensoriales o motrices" que son motivadas por impulsos tales como la curiosidad o la autoconfianza y convierten las actividades en satisfactorias en sí mismas. Woodworth aportó otras teorías interesantes de las que ya hemos hablado en esta serie.

Más tarde, el psicólogo estadounidense Henry Murray, en sus estudios sobre las necesidades no guiadas por el impulso, habló de la necesidad de autonomía, analizada posteriormente por otros psicólogos desde una perspectiva más relacionada con la tendencia de la naturaleza humana hacia el crecimiento y la autorrealización, por ejemplo con las importantes aportaciones de Abraham Maslow.

Incluso, en algunas investigaciones empíricas se pudo constatar que incluso las ratas o los monos eran capaces de estar motivados a hacer algo sin necesidad de buscar una recompensa, como puede ser la comida, sino simplemente motivados por la curiosidad y la simple competencia. Así lo estudiaron psicólogos como Daniel E. Berlyne, Joseph McVicker Hunt o Harry Frederick Harlow.

Otra línea de referencia de gran influjo, en relación con la necesidad de competencia, son los trabajos de Robert Winthrop White (por ejemplo en su trabajo Motivation Reconsidered: The Concept of Competence), que introdujo tres aspectos novedosos de la conducta motivada, concretados en su concepto de "motivación de efectancia". Primero, el carácter activo de la conducta motivada en vez de considerarla pasiva o simplemente reactiva. Segundo, su mantenimiento en el tiempo con independencia de estímulos relacionados con situaciones concretas. Y tercero, su vinculación con necesidades adaptativas vitales de los organismos, en el sentido que le impele a probar sus capacidades.

Las propuestas de White fueron utilizadas en nuevas aportaciones teóricas en relación a la necesidad de competencia, como son la "causación personal" de Richard DeCharms y la concepción de la motivación intrínseca de Edgard L. Deci y Richard M. Ryan. El primero teorizando sobre la inclinación del ser humano a ser un agente eficaz y causal en los cambios en el ambiente de forma que pueda ser el dueño de su destino. Mientras que para Deci y Ryan estudiaron la necesidad de competencia que nos conduce a buscar y superar retos adecuados a nuestras capacidades y modular las experiencias de éxito o fracaso para configurar una especie de competencia percibida que nos motivará intrínsecamente a realizar esa actividad, a autodeterminarnos.

Otro hito importante, evidentemente no vamos a incluir aquí todos los relacionados con la motivación intrínseca, es el concepto de Flujo de Mihaly Csikszentmihalyi , del que ya hemos hablado en este blog suficientemente. Se trata de una experiencia óptima relacionada con el interés y el placer como emociones positivas que motivan este tipo de actividades.

Con este breve repaso creo que por hoy es suficiente, dejamos la motivación intrínseca pendiente de un tercer post para hablar de la teoría de la Evaluación Cognitiva.

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