25 may 2021

Los obstáculos para la libertad interior

Cuando comenté el libro Viva la libertad (Ver post) dejé pendiente ampliar los comentarios con alguna referencia a los obstáculos que se interponen en el camino hacia la libertad interior. Estos son los seis obstáculos y los correspondientes consejos para superar cada uno de ellos, siempre según los tres autores del libro.

1.- La Acrasía. Es la debilidad de la voluntad. Aparece cuando la voluntad nos indica una dirección pero las emociones y los miedos nos llevan por otro lado. Es la incapacidad que nos hace incumplir los compromisos y resoluciones personales. Como dice Matthieu, "ceder a las tendencias es fácil, desprenderse de ellas exige un esfuerzo continuado para refrenar ciertos comportamientos y desarrollar otros". Es también la inercia o la costumbre lo que nos lleva a repetir los comportamientos y estancarnos en nuestro statu quo.

La salida está en comprender y analizar nuestros mecanismos interiores y adoptar hábitos diferentes para salir de esa prisión, porque a veces la acrasía más que incapacidad es la intolerancia a la incertidumbre, al sufrimiento. Para ello es fundamental buscar los "lugares acrásicos" y buscar lo que nos proporciona placer. Consiste en proponerse hábitos o tareas precisas, fáciles de cumplir, que poco a poco nos alejen de la inercia. Ya es conocido, y los autores lo reafirman, que la neuroplasticidad del cerebro permite cambios a cualquier la edad y, por tanto, se podrá acceder a una mayor libertad interior y una mayor resiliencia a cualquier edad.

2.- La Dependencia. Siempre hay alguna dependencia, todos somos dependientes pero de una manera adaptada, las que realmente nos atan son las dependencia tóxicas, las que reducen nuestra libertad porque se pierde el control sobre ellas. Desprenderse de esas cadenas, que nosotros mismos hemos forjado, requiere entrenamiento para modificar las redes neuronales implicadas en la adicción. Un tipo de dependencia muy común es la dependencia afectiva, basada casi siempre en las carencias afectivas, en las proyecciones o en las esperanzas frustradas. El que la padece pierde la dimensión de la libertad, siente la falta de plenitud, de no estar lleno de un sentimiento de coherencia y de satisfacción profunda. Es decir, de la libertad interior por excelencia: un sentimiento de paz y de unidad, libre de las parejas atracción/repulsión y carencia/satisfacción.

La vida es la más eficaz de las terapias. Salir del estado de dependencia es cruzar un punto de inflexión, de forma súbita o más lenta, pero siempre con autoconciencia y a través de la confrontación con el estímulo desencadenante. Será preciso la identificación y la movilización de nuestra determinación, de la fuerza de voluntad. Los autores hacen mucho énfasis en distinguir entre "gustar" y "querer". No es suficiente considerar algo como no deseable para dejar de quererlo porque las zonas del cerebro del deseo son más estables que las del placer. Por eso los circuitos cerebrales del placer se debilitan rápidamente, se produce a la vez un debilitamiento de la voluntad y se inhibe la zona del cerebro que impulsa el cambio.

3.- El Miedo. Es el conjunto de reacciones corporales y anímicas frente a un peligro. Se distingue de la ansiedad porque son reacciones frente a la posibilidad de un peligro, un peligro próximo. El miedo contamina nuestros pensamientos así que hay que identificar bien la verdadera causa. Las personas que lo sufren viven en otro mundo, que no obedece a las reglas normales.

Cuanto más ansiosa está la persona más focaliza su atención sobre el objeto de su ansiedad. Por eso, hay que abrir la visión, mirar panorámicamente todo cuanto existe y no forma parte del problema, tratando igual las cosas buenas y las malas, utilizar la razón para reconectar con la realidad sin sobreestimar nuestras fuerzas. Siempre hay un espacio en el seno de la conciencia que no es presa de la ansiedad, por eso con la meditación se consigue un tratamiento eficaz y duradero para los venenos mentales del miedo. Eso sí, se necesita un entrenamiento existencial o incluso ayuda exterior de confianza. Asimismo, una ayuda importante es la fuerza silenciosa del ejemplo, pero, según los autores, lamentablemente faltan modelos en nuestro mundo contemporáneo.

4.- El Desánimo y la Desesperación. El desánimo está provocado casi siempre por la ausencia de confianza, también por la impotencia. Se apoya en tres pilares: el desgaste y el cansancio, la ausencia de resultados y la pérdida de la esperanza. El principal riesgo del desánimo es la renuncia, que supone una pérdida de libertad. Un peligro añadido es la aparición de la "indefensión aprendida", concepto definido por M. Seligman, del que aquí hemos hablado muchas veces (Ver).

Desprenderse de los conflictos internos provocados por las expectativas y los temores nos acerca a la libertad interior. Será necesario mantener la serenidad y orientar nuestros esfuerzos en otra dirección para no tomar ninguna decisión importante bajo la influencia del desánimo. Confianza, optimismo y serenidad ayudan a orientar nuestros esfuerzos en otra dirección.

5.- El Egocentrismo. Probablemente el egocentrismo es una etapa obligada en el desarrollo de la psicología humana, no es una fase a erradicar sino a superar. Es un obstáculo en el camino hacia la libertad porque empequeñece nuestro mundo y nos conduce a la frustración y al suplicio. La persona se hace muy vulnerable, se cae en el egoísmo y en el menosprecio a los demás, pero toda fijación engendra sufrimiento.

El altruismo es una solución gozosa frente al egoísmo. Se debe practicar sin esperar algo a cambio porque nos haría menos libres. Hay que ser altruista en la medida de las propias capacidades. Los potenciadores del ego, contra los que hay que actuar, son la comparación (no es yo o los demás sino yo y los demás) y la competición toxica de tratar de ver quién es más desdichado.

6.- El último obstáculo es el Extravío. Se produce cuando se ha perdido el camino de lo que es bueno para nosotros, de aquello que es importante. Se puede presentar por diferentes razones. Porque no se haya definido el camino, por no tener los conocimientos necesarios, porque no se haya definido el objetivo conveniente por falta de lucidez o, entre otras posibilidades, porque no lo haya puesto en práctica de la manera adecuada por una comprensión errónea de la realidad.

Si bien es normal un extravío de vez en cuando, lo mejor es salir de él y para ello la mejor herramienta es encontrar otra vez el camino analizando la realidad, procurando salir de la prisión que suponen nuestras propias construcciones mentales y rechazar las etiquetas. Necesitamos volver a lo profundo y desprendernos del yo superficial, buscar la conciencia desnuda. Eso supone estar predispuesto para vivir el día a día sin rechazos ni incautaciones, sin etiquetar, sin estampar sobre la realidad nuestros sellos de bueno o malo, me gusta o no me gusta, etc. Hay que expulsar a los ídolos personales, soltar el cargamento de prejuicios que nos impiden vivir desnudos, ese es el gran desafío.

Dejo para un tercer post dedicado a este excelente libro otras recomendaciones de los autores relativas a cómo influye nuestro entorno, cómo entrenar la mente o cómo afrontar la muerte desde una verdadera libertad interior (Ver post).

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Datos personales

Vistas de página en total