Otras veces he hablado aquí de estos términos (ver post) y lo que se ha publicado me ha parecido muy interesante y con mucho futuro. Según un reciente estudio de la Universidad de California (Los Ángeles), del que da cuenta la revista TIME en su último número (ver artículo original), determinados cambios genéticos podrían hacernos más vulnerables al trastorno postraumático (PTSD, en inglés Post-Traumatic Stress Disorder) o viceversa, hacernos más resilentes.
La serotonina es un neurotransmisor con importantes efectos en emociones como la ira, la ansiedad, el humor o con los síntomas de depresión. De hecho los antidepresivos buscan modificar los niveles de serotonina en el cerebro para combatir la depresión y la ansiedad.
El estudio ha analizado tres genes específicos que regulan la producción de la serotonina. Mientras en sus trabajos previos Goenjian aseguraba que el 40% de la vulnerabilidad a desordenes mentales era heredado, en este estudio ha trabajado en dos posibles variaciones de genes relacionados con la producción de la serotonina que podrían aclarar la propensión genética de algunas personas a la PTSD y concluye que el cambio en los genes podría contribuir entre el 7% y el 8% a modificar la severidad de los síntomas del PTSD.
Goenjian aclara que no cree que sea la solución definitiva sino que está seguro de que en los cambios estarán envueltos múltiples genes. Por ello cree que el siguiente paso debe ser trabajar con una población más amplia y con otras etnias o razas para encontrar otros genes.
De momento piensa que este hallazgo es un paso importante para poder proteger a las personas en riesgo de desarrollar el PTSD y, posiblemente, para desarrollar tratamientos que ayuden a la gente que es más vulnerable a recuperarse más rápidamente de las experiencias postraumáticas.