El otro día colgué en este blog una frase de Albert Einstein “creativity is the residue of time wasted”, lo había leído en un artículo aparecido en The Economist (ver el artículo). Hablaba de un libro sobre creatividad de título Imagine y de su autor Jonah Lehrer. El libro pretende responder a la pregunta ¿de dónde proceden las buenas ideas? Evidentemente, no he leído el libro pero de lo que aparece en el artículo se pueden extraer conclusiones muy interesantes.
Durante siglos las razones para explicar la creatividad han sido múltiples, desde la fe o la fortuna hasta las musas. Asumir que la creatividad es algo más elevado y susceptible de proporcionar disfrute puede parecer absurdo e improductivo, afirma Jonah Lehrer. Partiendo de información científica e investigaciones sociológicas, el libro analiza casos con los que quiere demostrar que la innovación no sólo puede ser estudiada y medida, sino también cultivada y fomentada.
Entre los ejemplos se cita el caso de 3M. En su visita a la sede de la empresa en Minnesota le extrañó ver a los trabajadores entretenidos en actividades como jugar al pinball o vagando por el campus. En realidad estos empleados son obligados a hacer descansos regulares con objeto de encontrar algún momento de inspiración. Está demostrado que interrumpir el trabajo con una actividad relajante permite a la mente destapar su creatividad. En 3M, además de la inversión en investigación (cerca del 8% de los ingresos brutos), fomentan que los trabajadores pasen el 15% de su tiempo persiguiendo ideas especulativas. La mayoría de las veces no surge nada pero al final siempre sale alguna idea nueva. Otras empresas lo han copiado, como Google.
Incluso se dice que a menudo se necesita una persona ajena al tema para generar ideas procedentes de lo que muchas veces se piensa que es una pregunta sin sentido. Se cita el ejemplo de la ignorancia de la juventud, que tiene ventajas creativas, incluso, en palabras del autor "para mantener la perspectiva de un forastero". Esto se puede conseguir con la rotación de personal, con viajes a otros países y, en definitiva, forzando el cambio de las ideas.
Las conclusiones del libro son claras, la creatividad no es cosa de genios sino un potencial natural del ser humano. Ofrece ejemplos como Shakespeare dentro del ambiente cultural del Londres isabelino, la antigua Atenas plagada de pensadores o la Florencia renacentista. Lehrer concluye haciendo un llamamiento a aumentar la creatividad colectiva, fomentando una mayor inmigración e invitando a asumir más riesgos en política cultural. También advierte que el trabajo exige mucho tiempo, sudor y polvo. Aquí es cuando cita a Albert Einstein "la creatividad es el residuo de la pérdida de tiempo".