El viernes 15 de junio se ha publicado en EL MUNDO un interesantísimo artículo de opinión de Enrique Rojas con el título "La importancia de la voluntad". Como siempre, este catedrático de Psiquiatría expone de una forma muy clara sus ideas sobre la voluntad y su influencia en conseguir lo que uno se propone. su principal conclusión es que "El que tiene educada la voluntad verá que sus sueños se irán convirtiendo en realidad".
Partiendo de la hipótesis de que la voluntad, la inteligencia y la afectividad constituyen un tríptico esencial que nos dirige hacia lo mejor, en el artículo Rojas trata de definir qué es la voluntad ("La voluntad es la capacidad para ponerse uno objetivos concretos y luchar hasta irlos alcanzando") y tras aclarar algunas características de la voluntad, como que no es algo genético, sino adquirido o que para ir trabajando y fortaleciendo la voluntad es muy importante no buscar resultados inmediatos sino mediatos, es decir sacrificar lo cercano por lo lejano ("saber esperar y saber continuar"), ofrece un decálogo sobre cómo fomentar la voluntad que me parece muy interesante reproducir aquí.
1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual, que se consigue con la repetición de actos en donde uno se vence y lucha y cae y se levanta y vuelve a empezar. Esto tiene un nombre: hábito. Es necesario ir adquiriendo hábitos positivos de voluntad, la frecuencia y regularidad de un comportamiento positivo.
2. Para tener voluntad hay que empezar a negarse y/o vencerse en estímulos e inclinaciones inmediatas. Esto es realmente difícil en los comienzos. Toda educación de la voluntad tiene un trasfondo ascético, esforzado, costoso.
3. Cualquier avance en la voluntad se hace más fácil si hay motivación. Estar motivado es tener el arco tenso para apuntar al mejor blanco. El ejercicio de tiro con arco en nuestros objetivos se estira más gracias a los contenidos que lo motivan. ¡Lo que estudia una persona que prepara oposiciones para llegar a sacarlas! ¡A lo que es capaz de renunciar en cuanto al placer de comer una persona que está motivada para adelgazar! El que sabe lo que quiere tiene la voluntad preparada para la lucha.
4. Es fundamental tener objetivos claros, precisos, bien delimitados, medibles y además estables. Cuando esto es así y se pone el esfuerzo por ir hacia delante, los resultados positivos estarán a la vuelta de la esquina. La cabeza no tolera la dispersión de aquello que pretendemos conseguir. Ni tampoco querer abarcar más de lo que uno realmente puede. Aprender a renunciar es sabiduría y paz interior.
5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo austero, sobrio y costoso especialmente cuando se está comenzando. Los ríos desbordados y caudalosos de la juventud deben ser conducidos por un cauce que disciplina los impulsos y agavilla su volumen. Ahí tienen su puesto los padres por un lado y los educadores, por otro. Las grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño riachuelo que crece poco a poco descendiendo la montaña y que se hace ancho y crecido en el valle.
6. A medida que uno tiene más voluntad se gobierna mejor y no se deja llevar por el estímulo inmediato. Tener voluntad es patrocinar la alegría. El dominio de uno mismo es uno de los retos más nobles y que nos elevan por encima de las circunstancias. Se consigue así una segunda naturaleza. Uno no hace lo que le apetece, ni lo más fácil, ni escoge el camino más blando, sino que se dirige hacia lo excelente. Es la aristocracia de la conducta.
7. Una persona con voluntad se da cuenta de lo importante que es el orden. El orden empieza en la cabeza: el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Orden en nuestra habitación, despacho o lugar donde funcionamos. Orden en los horarios. Orden en no querer ser salsa de muchos guisos, ni estar desparramado en demasiados asuntos. No olvidar esto: ordenar es tirar lo que sobra y no sirve; en la duda, tirar.
8. Una persona con voluntad alcanza lo que se ha propuesto si es constante. Esto significa tenacidad, insistencia, perseverar, no darse por vencido cuando las cosas empiezan a costar, empeño, tesón férreo. Es la política de los pequeños vencimientos. De ese modo podemos decir que somos enanos a hombros de los gigantes.
9. Una buena y adecuada educación de la voluntad es un indicador de madurez de la personalidad. No hay que olvidar que cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se hace más eficaz a medida que se incorpora con firmeza a la ingeniería de la conducta. Una persona con voluntad llega en la vida más lejos que una persona inteligente. Y al revés, una persona sin voluntad está siempre a merced de sus caprichos, traído y llevado y tiranizado por la filosofía del me apetece.
10. La educación de la voluntad no se termina nunca. Lo que quiere decir que el ser humano es siempre una sinfonía inacabada. Cuando el tiempo se pose amarillo sobre nuestras fotografías, que podamos decir: confieso que he intentado sacar lo mejor de mí mismo, a pesar de los pesares. Intentar hacer de la vida personal una pequeña obra de arte, cada uno según sus capacidades y exigencias. Trabajo de artesanía psicológica.
Para finalizar un párrafo que tiene mucha miga: "El inmaduro va detrás de los deseos según van apareciendo y luego los va desechando. El que tiene madurez quiere algo con fundamento y precisión, lo califica, lo precisa, delimita su campo y se lanza con todas sus fuerzas en esa dirección evitando la dispersión, poniendo a la voluntad por delante, para que tire en ese sentido. El deseo es más emocional, el querer pertenece al patrimonio de la voluntad. Dicho de forma más rotunda: voluntad es determinación".