30 jun 2012

La inteligencia emocional

Está aceptado que la inteligencia emocional es aquella parte de la inteligencia del ser humano que está más relacionada con las habilidades sociales, la empatía y la que nos ayuda a gestionar adecuadamente nuestras emociones y las de nuestros semejantes.

El concepto de inteligencia emocional empezó a ser estudiado en los primeros años 90 por dos psicólogos de la Universidad de Yale, Peter Salovey y John Mayer (su página http://www.unh.edu/emotional_intelligence/ es tan interesante como poco agraciada en diseño) cuando en un artículo científico hablaron sobre la habilidad de ciertos niños que, a pesar de no tener buen coeficiente intelectual (CI), conseguían buenos resultados académicos y tener éxito en las relaciones sociales, en comparación con otros que sí tenían un CI alto pero tenían menos éxito. A esa habilidad la llamaron por primera vez inteligencia emocional.

Pero cuando realmente se empezó a conocer este concepto fue cuando Daniel Goleman publicó en el año 1995 su libro Inteligencia emocional, que llegaría a ser best-seller mundial, por eso es conocido como el padre de la IE pero no es realmente así.

Los psicólogos hablan de dos tipos de modelos que estudian la inteligencia emocional, el llamado modelo de habilidad, adoptado por Salovey y Mayer, y el modelo mixto para referirse al seguido por Daniel Goleman.

El modelo que podríamos considerar como más ortodoxo, el modelo de habilidad, analiza la inteligencia emocional de forma independiente, como única variable, sin considerar otros parámetros de la personalidad. Salovey y Mayer consideraron la inteligencia emocional compuesta por cuatro componentes:

1. Percibir con precisión las emociones en uno mismo y en los demás
2. Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento
3. Comprender los significados de las emocionales, y
4. Gestionar las emociones

En resumen, para este modelo la inteligencia emocional se entiende como la capacidad para percibir las emociones de una forma adecuada y precisa, para asimilarlas, comprenderlas y para regularlas de forma que se pueda controlar el estado de ánimo propio y el de los demás.

El modelo mixto, el propugnado por Goleman, relaciona la inteligencia emocional con otros rasgos de la personalidad que se podrían considerar como menos relacionados con la inteligencia más racional como son las habilidades sociales, la autoestima o el optimismo. Es por ello considerado por algunos psicólogos como menos profesional porque mezcla variables que se consideran independientes e incluso en algunos aspectos antagónicas. Se trata de la eterna discusión entre emoción y razón o entre corazón y cabeza.

Lo que sí parece demostrado es que de alguna manera el ser humano puede aprender a utilizar las emociones al servicio de la racionalidad y que las personas con inteligencia emocional alta no solo consiguen mayor éxito profesional y social sino que también se sienten más felices que las personas con poca inteligencia emocional. Por contra, disponer de un buen CI no asegura ni el éxito profesional ni unas buenas relaciones sociales ni la satisfacción con la vida. Ello sin dejar de reconocer la importancia de la racionalidad, algo de lo que acusan a Goleman.

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