En este proceso de análisis de la Teoría de la motivación, y antes del paréntesis dedicado a Darwin, nos estábamos adentrando en las teorías de Pavlov y Watson. Se vislumbraba una necesaria adaptación de las teorías sobre la motivación para tener en consideración las nuevas ideas sobre las relaciones entre la mente de los animales y los humanos. En este sentido, las contribuciones de las teorías filosóficas y fisiológicas durante el siglo XIX generaron interesantes contribuciones que desembocaron en una rica diversidad de planteamientos.
A finales del siglo XIX se empezó a conceder más importancia al componente instintivo del comportamiento humano en detrimento del concepto de voluntad. Por ejemplo, el filósofo americano William James se opuso a la idea de que el hombre, al tener una inteligencia superior, no tuviera instintos. Al contrario, defendía que no sólo los tiene sino que gracias al aprendizaje los adapta y utiliza adecuadamente, dando como resultado el uso de instintos menos impulsivos y, por tanto, menos evidentes.
Por su parte, el psicólogo británico, pero radicado en Estados Unidos, William McDougall consideraba el instinto como el único fundamento del comportamiento. McDougall definía el instinto como el regulador de la conducta además de ser el soporte experimental para la consecución de las metas.
Otros psicólogos se enmarcaron en las teorías conductistas, como es el caso del psicólogo americano John B. Watson. Empezaron a descartar las teorías basadas en el instinto y la voluntad para dar más importancia al aprendizaje en la forma de comportarse. Este grupo consideraba el comportamiento como una respuesta (R) a los cambios en los estímulos del entorno (S), la conocida como teoría S-R que se convirtió en la base de la escuela behaviorista.
La teoría conductista o behaviorismo (de origen americano, behavior significa comportamiento) intenta explicar de una forma eminentemente empírica el comportamiento del ser humano a través de la observación directa de sus actos como respuesta a los impulsos internos y las condiciones externas. Su aportación a la teoría de la motivación fue fundamental hasta el punto de que entre los años veinte y los sesenta del siglo XX el behaviorismo dominó el pensamiento sobre las teorías de la motivación.
Otro componente importante en este conjunto de teorías desarrolladas por esta época es el concepto de impulso (Drive) aportado por Robert S. Woodworth para describir la condición necesaria para el inicio de una conducta motivada. Woodworth es también conocido como introductor de la fórmula del comportamiento S-O-R (Stimulus-Organism-Response) para describir desde su visión funcionalista, en contraposición al behaviorismo, el importante papel que juega el estado del organismo en el tipo de respuesta obtenida.
La teoría del impulso se consolidó de la mano de Clark Hull, un psicólogo americano que concibió la motivación como la respuesta a un cambio interno en las necesidades corporales que motiva a obtener algo específico del entorno. Se atrevió a elaborar una fórmula de la motivación (sEr = sHr * D * K) según la cual el potencial de reacción es igual a la fuerza del hábito (medido por número de refuerzos o experiencias), por la pulsión (D, medido en tiempo de privación) y por el valor de incentivo del estímulo o recompensa, K.
Sin embargo, en este período de preponderancia del behaviorismo, hubo también investigadores que ofrecían visiones diferentes, entre ellos cabe destacar al psicólogo estadounidense Edward C. Tolman y al psicólogo alemán Wolfgang Köhler que reaccionaron en contra de lo que consideraban excesivamente mecanicista teoría S-R. Estos primeros psicólogos cognitivos abrieron el camino para la investigación de la motivación en relación con otros aspectos como las expectativas de futuro, la elección entre diversas alternativas o la valoración de los resultados, y a plantear la intencionalidad de la conducta.
Todo este cúmulo de teorías de la motivación, que brevemente hemos visto en este post, se podrían clasificar en tres grandes áreas: explicaciones biológicas, conductistas y cognitivas. En posteriores posts las veremos.
Motívate, sé positivo, busca tu felicidad y disfruta. Tú eres lo importante, el resto se verá favorecido por ti. El secreto de la felicidad no está en tener o hacer sino en ser, y no hay mejor forma de ser que decidir por uno mismo y estar con quien se desea.
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