El filósofo Eugenio Trías Sagnier falleció este domingo a los 70 años. Es uno de los referentes que aparecen en la "Declaración de principios" de este blog por lo que es casi obligado hacer una referencia a este hecho y a las razones por las que hice esa mención.
Hace bastantes años que siento admiración por este filósofo y, sobre todo, mucha curiosidad por desentrañar su idea de la "filosofía del límite". Aunque últimamente había leído algunos artículos suyos publicados en la prensa sobre cuestiones políticas que me desconcertaron un poco, eso no obsta para seguir admirándolo y teniéndolo en cuenta.
Mi admiración se concretó en la compra de alguno de sus libros, incluso a pesar de que alguno se me hizo arduo de leer por su abrumadora erudición, por ejemplo La edad del espíritu. Recuerdo sus breves y cálidas palabras y su dedicatoria (ahora convertida en un tesoro) con motivo de la presentación de su libro Ética y condición humana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, allá por el año 2000.
En cualquier caso lo que me interesa ahora es hablar no de su biografía ni de sus actividades como catedrático y escritor (entre otras cosas sobre sus dos pasiones, la música y el cine), o del hecho de ser el único filósofo en lengua castellana galardonado con el Premio Internacional Friedrich Nietzsche, considerado el Nobel de Filosofía. Lo que me gustaría es hablar un poco de su filosofía del límite, por lo menos lo que yo he entendido de ella.
Trías pretendía someter a la razón filosófica a un diálogo crítico constante y continuo con lo que el denominaba sus propias sombras. No quería diluir nuestra inteligencia en lo irracional (la locura, el pensamiento mítico o mágico, lo siniestro o lo sagrado) solo pretendía dotar a la razón de madurez y solvencia gracias a su enfrentamiento con aquello que supone un reto o que asedia a la razón desde su propio extrarradio.
A esta propuesta filosófica Trías la denomina "filosofía del límite" y al concepto de razón enfrentada a sus sombras "razón fronteriza". Lo importante de esta estructura es que permite una reflexión sobre la condición humana. Durante años Trías se ha empeñado en analizar los diferentes ámbitos que consideraba más atractivos para esta tarea. En su trilogía sobre la filosofía del límite se aproxima a la estética y la teoría de las artes (Lógica del límite), a la filosofía de la religión y la historia de las ideas (La edad del espíritu) y a la teoría del conocimiento o la verdad (La razón fronteriza).
Más tarde, en el comentado libro Ética y condición humana aborda las consecuencias éticas de la filosofía del límite y el uso práctico de la razón fronteriza y es ahí donde expone el único imperativo ético que a su modo de ver posee plena legitimidad racional: "Obra de tal manera que ajustes tu máxima de conducta, o de acción, a tu propia condición humana; es decir, a tu condición de habitante de la frontera". Este imperativo lo presenta como una variante del viejo dicho de Píndaro: "Llega a ser lo que eres". También del adagio délfico "Conócete a ti mismo (y obra en consecuencia)".
Este libro es toda una lección de visión de futuro proponiendo un impulso filosófico que permita un uso cívico-político de la razón fronteriza. Primero, para reflexionar entre los falsos universalismos y los irredentos e irritantes particularismos y, segundo, para que se puedan abandonar por obsoletas las eternas querellas entre el individuo y lo colectivo. Su trabajo ha quedado inconcluso pero nos ha dado muchas claves para ir progresando.
Se trata, en fin, de poner de manifiesto aquí que la filosofía del límite es una teoría muy sugerente e intelectualmente tremendamente estimulante pues, como él mismo dijo, "El límite es, siempre, un concepto resbaladizo y de doble filo, de una ambigüedad a veces irritante (aunque siempre estimulante). Todo límite es, siempre, una invitación a ser traspasado, transgredido o revocado. Pero el límite es, también, una incitación a la superación, al exceso".
Descanse en paz.