Desde que era pequeño procuro ir a la Feria del Libro de Madrid al menos una vez cada año. Hace años íbamos mi hermano y yo, de la mano de mi padre, a su antigua ubicación en el Paseo de Recoletos, que según he visto en la página oficial estuvo hasta el año 1967. Este año he tenido el placer de comprar, entre otros, el Manual para la vida feliz de Epicteto.
Lo he empezado a leer inmediatamente porque es un tema que tenía en la cabeza desde hace tiempo para incluirlo en este blog. Pero este no es un post dedicado al libro, que llegará en su momento además de incluirlo en el apartado de "Mi biblioteca", sino que es una pequeña píldora introductoria sobre lo que son los primeros pensamientos que aparecen en el libro.
Porque con solo leer las dos primeras páginas me ha parecido tan interesante que no me resisto a esperar hasta leer el libro entero. Así que, de momento, me gustaría avanzar lo que se podría denominar la tesis de partida.
Se sabe que Epicteto fue un filósofo griego, nacido en la actual Turquía, de la escuela estoica. Desde pequeño vivió en Roma como esclavo. Una vez liberado y expulsado de Roma se estableció en Grecia con su escuela de filosofía de donde proceden todas sus reflexiones. Pero siempre a través de su discípulo Arriano porque él, al igual que Sócrates, no escribió nada.
La idea con la que inicia el Manual es que de las cosas que existen hay algunas que dependen de nosotros y otras que no. Como ejemplos de cosas que dependen de nosotros Epicteto cita los juicios de valor, el deseo, la aversión, etc. Y como ejemplos de cosas que no dependen de nosotros incluye las opiniones de los demás, los cargos, nuestras posesiones, etc.
Así, las cosas que dependen de nosotros son libres por naturaleza mientras que las que no dependen de nosotros se hallan en un estado de servidumbre y nos resultan ajenas. Tener claro esta clasificación significa que no tendremos ningún obstáculo para la libertad y la felicidad, dedicando nuestros esfuerzos solo a aquello que nos pertenece y no a lo que es ajeno.
Epicteto nos recomienda la siguiente reflexión. Ante una representación dolorosa o triste, pensar si la debemos situar entre las cosas que dependen de uno mismo o entre las que no dependen y si se concluye que forma parte de las cosas que no dependen, "ten bien presente que no te concierne".
Tan sencillo como parece. Pensad en ello. Continuará.