Pocas dudas quedan ya de que las actitudes positivas ante la vida y la práctica del ya muy extendido mindfulness pueden fortalecer nuestras defensas naturales. Constantemente se publican estudios que así lo corroboran pero no es cuestión de ir incluyendo todos aquí. Sin embargo, recientemente he visto en la prensa referencias a dos estudios que tienen cierto interés por sus conclusiones.
En primer lugar, es interesante lo que concluye un estudio realizado por investigadores de la Universidad de UCLA. Durante ocho semanas trabajaron con 50 hombres, a los que se les había detectado el VIH, haciéndoles meditar todos los días entre 30 y 45 minutos. Se descubrió que su sistema inmunológico se podía considerar más saludable tras la prueba, medido en términos de ciertas células auxiliares del sistema inmune.
En otro estudio, en este caso en la Universidad de Wisconsin-Madison, se llevó a cabo una investigación sobre si la meditación mindfulness podría alterar el cerebro y la función inmune. Las personas fueron inyectadas con la vacuna contra la gripe y una parte de ellos recibió entrenamiento mediante actividades de mindfulness. Después de ocho semanas, el segundo grupo mostró mayores niveles de anticuerpos para responder y prevenir ciertas enfermedades.
Es verdad que es fácil sobrevalorar las implicaciones que tienen estas investigaciones porque todavía no se conocen exactamente los mecanismos involucrados en esta relación. Eso unido a las posibles correlaciones erróneas extraídas de los estudios o sus posibles limitaciones estadísticas. Pero probablemente eso no importa mucho de momento porque la coincidencia en las conclusiones siempre va en la misma dirección. Lo cierto es que existen las evidencias y llegará un momento en que la meditación y/o el mindfulness se puedan convertir en un tratamiento convencional y que, afortunadamente, pueda ayudarnos a mantener a los médicos alejados de nosotros en relación con algunas enfermedades.
Como recuerdan en alguno de estos estudios, hace tiempo que se pensaba que nuestro sistema nervioso era casi como un ente autónomo que, casi sin que nos diéramos cuenta, nos gobernaba, controlando órganos de nuestro cuerpo. Lo que se ha descubierto más tarde es que nuestro sistema inmunológico es fundamental para controlar algunas bacterias que provocan enfermedades y que cuando nuestro sistema inmunológico entra en funcionamiento es una buena señal, significa que nos está defendiendo contra infecciones y enfermedades. Incluso se ha referido al sistema inmunológico como nuestro "cerebro flotante", así llamado por su capacidad para comunicarse con el cerebro a través de mensajes químicos que fluyen por nuestro cuerpo.
En fin, esto unido a los efectos, también cada vez más evidentes, del ejercicio físico en la salud, siempre realizado con moderación, permiten augurar indudables efectos positivos y complementarios de estas actividades. Esto ya lo dijo alguien hace ya un tiempo (mens sana in corpore sano) aunque el sentido religioso que le diera Juvenal se haya extendido hoy día a la mera actividad pensante.
Dicho queda, todos a meditar y a hacer ejercicio.