3 abr 2013

La motivación, Capítulo VI. Aproximaciones biológicas a la motivación

Según comentaba en el Capítulo V de la serie Teoría de la motivación que aquí estamos desarrollando, las teorías en los primeros años del siglo XX derivaron en tres grandes áreas: explicaciones biológicas, conductistas y cognitivas. Si seguimos con las teorías biológicas, estas se suelen subdividir a su vez en tres categorías: las contribuciones genéticas, los mecanismos de activación, y los sistemas de control biológico. En este post hablo de las teorías basadas en las contribuciones genéticas.

Como ya vimos, las ideas de que muchos comportamientos son innatos fueron propuestas por James y McDougall a finales del siglo XIX y principios del XX. Estos primeros enfoques cayeron en desgracia durante la década de los años 20 del siglo pasado por su incapacidad para explicar el porqué de los comportamientos instintivos y por no saber discriminar entre las conductas instintivas y las aprendidas. A pesar de ello, un grupo de biólogos interesados en el significado evolutivo de los comportamientos animales continuó estudiando la base genética de la conducta. Tres de estos investigadores (los austríacos Karl von Frisch y Konrad Lorenz y el holandés Nikolaas Tinbergen) obtuvieron el Premio Nobel en 1973 por su trabajo sobre este tema.

Ellos fueron los primeros en lo que se conoce como etología (del griego ethos: costumbre; y logos: ciencia, razonamiento) que estudia los patrones de comportamiento de los animales en su hábitat natural. Sostenían que el significado evolutivo de un determinado comportamiento puede entenderse mejor después de una taxonomía de los comportamientos. El significado de un comportamiento es más claro cuando se observa en el contexto de otros comportamientos de ese animal mediante la observación naturalista y mediante los estudios de campo.

Las investigaciones de estos etólogos demostraron que algunos comportamientos de algunas especies animales se muestran de forma automática y mecánica cuando las condiciones son las adecuadas. Estos comportamientos, conocidos como "patrones de acción fija", tienen varias características destacadas: son específicos de la especie en estudio, se producen de una manera muy similar de una aparición a la siguiente, y no parecen ser alterados por la experiencia. Además, el estímulo que libera estos comportamientos genéticamente programados suele ser muy específico, tal como un color particular, una forma o un sonido. Estos estímulos se denominan "estímulos clave" y funcionan como liberadores sociales entre individuos de la misma especie.

Aunque la mayoría de los estudios realizados por los etólogos se ha desarrollado con animales, no humanos, algunos investigadores etológicos han aplicado el mismo tipo de análisis al comportamiento humano. Es el caso del etólogo austriaco Irenäus Eibl-Eibesfeldt. En un libro titulado Love and Hate: The Natural History of Behavior Patterns (Amor y Odio: La Historia Natural de patrones de comportamiento), resumió muchos años de investigación transcultural sobre los patrones genéticos del comportamiento humano. La investigación sobre las expresiones faciales asociadas a la emoción ha proporcionado soporte a la existencia de motivaciones innatas en el ser humano.

Por hoy nada más, continuaremos con los mecanismos de activación (arousal), fundamental en este repaso de las teorías de la motivación.









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