31 mar 2015

¿Está siendo utilizada la tecnología para influir en nuestro comportamiento?

Es algo que casi todos sospechamos y que ya se reconoce abiertamente: sí. Como la tecnología lo permite, los ordenadores, teléfonos móviles, sitios web y otras tecnologías se están utilizando no sólo para espiarnos sino también para modificar nuestros gustos, hábitos y comportamientos. Hay que estar atentos porque en muchos casos podríamos protegernos. Y cuidado que los límites de hasta dónde pueden llegar no están nada claros, y ni siquiera si debería estar permitido o no.

Traigo este tema por un reciente artículo aparecido en el MIT Technology Review, (Technology and Persuasion) en el que se explican y detallan algunos casos de empresas que están utilizando herramientas inteligentes que modifican nuestros hábitos, lo que se conoce como "tecnologías persuasivas". Es una idea de la década de los años 90 del siglo pasado, fue el profesor de Stanford B. J. Fogg quien acuñó el término "computación persuasiva" (más tarde se amplió a "tecnología persuasiva"). Pero actualmente se ha dado un paso más: el uso de tecnologías que miden el comportamiento del cliente para diseñar productos se ha convertido en un forjador de nuevos hábitos.

Las tecnologías persuasivas nos rodean ya y están creciendo en inteligencia de forma que por diferentes canales se están recopilando datos de los usuarios que acceden con sus teléfonos móviles, tabletas u ordenadores sobre cómo los utilizan, con qué frecuencia, de qué forma teclean o tocan la pantalla, sus reacciones a lo que ven o en sus éxitos y fracasos a la hora de jugar, etc. Lo hacen para analizar las preferencias de los clientes y personalizar sus servicios pero también para tratar de influir en sus comportamientos, adelantarse en las posibles pérdidas de interés o dirigir sus siguientes pasos, propiciando nuevos consumos, todo ello sin que los usuarios se den cuenta.

Así, con las nuevas herramientas digitales, las empresas que antes fabricaban hardware o eran proveedores de servicios ahora tratan de, con sofisticadas tecnologías persuasivas, influir en los hábitos de los usuarios beneficiándose de los datos que van acumulando sobre la psicología de la toma de decisiones.

Por ello, las empresas están incorporando en sus plantillas, cada vez más, licenciados y expertos en teoría de juegos y modelos de predicción que utilicen inteligencia artificial para predecir la mejor oferta para un determinado cliente y, si procede, desviar sus hábitos a lo que más conviene a la empresa. Esto no sólo está ocurriendo en el uso de la tecnología (aplicaciones, juegos, apuestas...) sino también en el ámbito político y, sobre todo, en las agencias de publicidad.

Desde el lado de las empresas se argumenta que estas herramientas benefician a los consumidores porque les supone un mejor servicio y poder ofrecerles ofertas más adecuadas a sus gustos, pero esto se debería hacer únicamente con el permiso de los usuarios. Porque las tecnologías de rastreo, así llamadas, generan mucha información, casi invisible, que desconocemos, que se usa para influir en nuestro comportamiento.

Los límites legales sobre cómo las empresas pueden anunciar productos ya existen pero asegurarse que los diseñadores de esta tecnología se rijan por principios de transparencia y asegurar el consentimiento de los usuarios va a ser más complicado. Hay que estar vigilantes, ya hablé de ello en un post relativo a Facebook (Ver post).

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