"Una mañana, al despertar de sueños intranquilos, Gregor Samsa se encontró en su cama convertido en un monstruoso bicho. Estaba boca arriba, sobre la dura coraza de su caparazón, y, si levantaba un poco la cabeza, podía ver su abovedado vientre, marrón y dividido por surcos arqueados...". Así comenzaba La metamorfosis, aquel genial libro de Franz Kafka, de cuya publicación se cumplen ahora 100 años.
Lo recuerdo aquí no para hablar de Kafka, que cuenta ya con suficientes referencias en internet, ni siquiera del libro, del que se han hecho muchas interpretaciones a lo largo de estos años, incluidas algunas entendidas en clave de humor. Simplemente me gustaría recordarlo por lo que supuso para mí su lectura y recomendar su lectura por considerarlo un ejemplo paradigmático de dos aspectos de total actualidad cien años después. Primero, como una metáfora de las relaciones personales o sociales en las que, a menudo, somos nosotros los que nos autoexcluimos por valorar los hechos de una forma demasiado subjetiva. Segundo, porque el libro, por lo menos para mí, es un ejemplo de las características alienantes que conlleva la sociedad moderna.
He intentado estos días releer La metamorfosis para hacer este post pero me he llevado la desagradable sorpresa de que no lo he encontrado. No aparece en mis estanterías aquella edición de Alianza Editorial que aparece en la imagen (que confieso he rescatado de internet) que yo recordaba tener como un pequeño tesoro. Probablemente se lo habré dejado a algún amigo de esos que no devuelven los libros, estoy pensando en ello y trataré de recuperarlo.
Mientras, por si alguien no lo ha leído, me permito recordar que el protagonista, Samsa, es un esforzado oficinista en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo de Praga. Con su esfuerzo trata de mantener a su familia y pagar las deudas de su padre. A pesar de ello, tiene la sensación de que el trato que recibe es casi de indiferencia y eso provoca que una noche se transforme en el bicho que se describe en el inicio de la novela. Se convierte así en una carga para la familia que al principio limpia su habitación pero que finalmente decide apartarlo y esconderlo. En su soledad, el bicho se familiariza con su cuerpo, se pasea por las paredes de su cuarto y llega a alcanzar una cierta sensación de felicidad complaciente y claudicante.
Como es conocido, la relación de Kafka con su familia, las mujeres y sus compañeros de trabajo fue muy complicada. Existe la convicción de que en el fondo la novela es una autobiografía emocional del propio Kafka. Su carácter y el padecimiento de la tuberculosis que acabó con su vida hicieron que su perspectiva del mundo externo fuera como un enemigo que le incitara a enquistarse en su interior. Ello, agravado con su condición de judío, que percibía, y sufría, un entorno hostil, demasiado complejo y descontrolado para sus circunstancias, configuran un escenario ("kafkiano") en el que lo mejor que se puede hacer, según sus sentimientos, es que la larva se metamorfosee en el bicho. Algo que para algunos resultará muy familiar en algunos momentos de su vida y es por eso que creo que es una perfecta enseñanza que es necesario leer y superar.
En definitiva, es un libro fundamental en cualquier biblioteca y en cualquier mente equilibrada.