Hace poco vi una entrevista a la autora del libro Elderhood: Redefining Aging, Transforming Medicine, Reimagining Life, Louise Aronson. En ella, y en el libro, habla de cambiar la visión que se tiene de la última etapa de nuestra vida, la vejez. Se publicó en la siempre interesante página web (Ver entrevista) del Greater Good Science Center. Son unas reflexiones muy interesantes para los que ya están cerca de esa situación y para los que tiene que tratar con estas personas. He aquí algunas de las cosas más interesantes que dice, siempre desde la perspectiva de este blog en términos de felicidad y bienestar.
Lo primero y más novedoso es que, frente a la creencia generalizada de que la vejez es un momento de decadencia, en su libro Aronson argumenta que la vejez es una experiencia mucho más rica de lo que la mayoría de la gente cree y que tratarla como una enfermedad o patología es un enfoque equivocado. Cree que se debe considerar a estas personas como otra fase normal de la vida, al igual que la infancia y la edad adulta, con sus propios desafíos y recompensas. En la entrevista se habla de cómo cambiar nuestras actitudes sobre el envejecimiento y cómo se ve la felicidad en las personas mayores.
Define la vejez como una de las tres fases principales de la vida, después de la infancia y la edad adulta. Comenzaría entre los 60 y los 70 años y continúa hasta la muerte de una persona. Por tanto, dependiendo de los casos, actualmente puede durar casi medio siglo mientras que antes era una fase debilitante que solo duraba unos pocos años. Esto hace que se sigan conservando muchos prejuicios.
Lo que plantea es no ver la vejez en un individuo sino ver una sociedad como conjunto en la que la vejez coexiste con la infancia y la edad adulta. Ya no tiene sentido hablar de cómo podemos curar el envejecimiento, igual que no se habla de curar o recluir en lugares separados a los adolescentes, con sus comportamientos a veces conflictivos o problemáticos. Por supuesto que hay cosas que aparecen con el envejecimiento sin las cuales nos sentiríamos mucho mejor y ser viejo nunca es en sí mismo algo bueno o deseable pero, asegura Aronson, eso no debe significar tratarlas como patologías sino como una fase más de la vida.
Añade que la investigación médica ha comenzado a reconocer que los niños no son solo variaciones de adultos, que las mujeres no son solo variaciones de hombres o que las personas de color no son solo variaciones de personas blancas. Por tanto, se necesita reconocer que ser viejo es tan diferente de ser un adulto como lo es ser adulto de ser un niño. Cambiamos a lo largo de nuestras vidas y no se puede aplicar los resultados de personas diferentes a las personas más mayores y menos culpar de los malos resultados a la vejez, en lugar de hacerlo a lo que era algo destinado a fallar o dañar a las personas porque no estudiaba adecuadamente a la población objetivo.
La mayoría de las personas se sorprenden al saber que la felicidad y la satisfacción con la vida aumentan justo antes de los 60 y continúan hasta los 80. Entonces, las personas mayores son mucho más felices que los adultos en la mediana edad, en promedio. Las personas se vuelven más felices, y parte de eso tiene que ver con una comodidad real, con la autoconfianza y con la confianza en las prioridades para estar más preocupados de pasar el tiempo de la manera que más valoran y en pasar el tiempo con las personas que quieren. Así su vida se vuelve positiva y se refuerza a sí misma.
En definitiva, su conclusión es que en base a esta nueva concepción de la vejez se debe construir un mundo para todos y válido durante toda la duración de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta y la vejez. Es un desafío emocionante para la innovación, no solo en ciencia y medicina, sino también en tecnología, arte, cultura y sociedad. Y un factor importante será el trato con las generaciones más jóvenes, que deberá ser bidireccional porque hay mucho que aprender unos de otros.