Esta edición está traducida y anotada por Julián Marías, con un más que interesante prólogo dedicado a introducir la filosofía estoica, desde Zenón de Citium a Marco Aurelio. Hablamos aquí en otra ocasión de otro libro de Séneca que incluye este pequeño ensayo junto con otros dos (Ver post), pero yo recomiendo esta edición. Como el propio Marías señala, la desaparición de las escuelas seguidoras de Platón y Aristóteles, y la coincidencia de lo que llama "tiempos duros" propició el predominio del estoicismo sobre el resto de las filosofías helenísticas como "una doctrina para tiempos duros, una moral de aguante, de mínimos".
Para Séneca no es fácil conseguir la felicidad en la vida porque: "se aleja uno tanto más de ella cuanto más afanosamente la busque, si ha errado el camino; si este lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello mas rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquello a que nos impulsa un deseo natural". Hay que decidir, pues, a donde nos dirigimos y por dónde.
Pero ¿cómo define Séneca al hombre feliz? Pues como aquel "para quien nada es bueno ni malo, sino un alma buena o mala, que practica el bien, que se contenta con la virtud, que no se deja elevar ni abatir por la fortuna, que no conoce bien mayor que el que puede darse a sí mismo, para quien el verdadero placer será el desprecio de los placeres".
Como es conocido, Séneca se embarcó en una cruda polémica con el epicureísmo y con todas las doctrinas que ligaban la felicidad al placer. No obstante, no deja de reconocer la compatibilidad entre el placer y la felicidad, aunque advierte de que el alma puede disfrutarlos pero con cordura: "sin cordura nadie es feliz, ni es cuerdo aquel a quien apetecen las cosas dañosas como si fueran las mejores. Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida".
Dos últimos conceptos terminan de dar forma a la filosofía de Séneca sobre la felicidad, la virtud y la naturaleza, que junto con la razón conforman los pilares de la filosofía estoica.
En primer lugar acusa, a los que decían que el sumo bien es el placer, de negar que se pueda disociar el placer de la virtud. Para Séneca: "si fueran inseparables no veríamos algunas cosas agradables pero no honestas y otras, en cambio, virtuosísimas pero ingratas y que se han de realizar entre dolores".
Hecha esa diferenciación, Séneca aconseja que la virtud debe preceder al placer, debe llevar la iniciativa porque así seremos dueños y moderadores del placer, lo cual no significa que tendremos menos placer sino que seremos capaces de evitar que el placer se nos imponga.
Como colofón, Séneca considera que es la naturaleza quien tiene que guiarnos, pues la razón la observa y la consulta. Y afirma que: "Es lo mismo, por tanto, vivir felizmente o según la naturaleza".
Mi propia conclusión, leer el libro y tenerlo muy cerca para releerlo, haciendo una inteligente mezcla entre el estoicismo y el epicureísmo.
Hablamos aquí en otra ocasión de otro libro de Séneca que incluye este pequeño ensayo junto con otros dos (Ver post http://rmgpmotivacion.blogspot.com/2013/07/la-editorial-acantilado-acaba-de.html), pero yo recomiendo esta edición