La editorial Acantilado acaba de publicar este pequeño pero magnífico libro de Séneca, Sobre la brevedad de la vida, el ocio y la felicidad, en el que se reúnen tres tratados en forma de dialogo: De brevitate vitae, escrito en al año 49, de Vita beata, del año 58, y De otio, compuesto alrededor del año 62. Su lectura relajada es muy recomendable.
Es conocido que Lucio Anneo Séneca es uno de los máximos exponentes del estoicismo, aunque fuera criticado por vivir en la Roma decadente una vida más alegre de lo que propugnaba en sus obras. Filósofo, político, escritor y orador, nacido en Córdoba, Séneca es más conocido por sus obras de carácter moralista y por ser considerado como el precursor del ensayismo moderno.
En el primer ensayo, Sobre la brevedad de la vida, habla a Paulino Pompeyo. Como buen estoico, su teoría es que en la vida no tenemos poco tiempo sino que perdemos mucho, que lo perdemos como si dispusiéramos de un depósito lleno y rebosante. La vida, si se la sabe usar, es larga: "el tiempo es lo único con lo que la avaricia es honesta". Séneca considera que es propio de un gran hombre, que se eleva por encima de los errores humanos, no permitir que se le prive de su tiempo y llama constantemente a disfrutar lavida con virtud.
El tratado, como toda la obra de Séneca, es una fuente constante de frases geniales de las que sólo cabe citarlas y meditarlas. Por ejemplo esta: "Haz memoria de cuándo estuviste seguro de tu propósito, cuántos días se desarrollaron como los habías programado, cuándo dispusiste de ti mismo, cuándo permaneció tu rostro inmutable y tu ánimo indemne, qué has hecho en tan largo tiempo, cuántos saquearon tu vida sin que sintieras la pérdida, cuánto se llevó el dolor vano, la alegría estúpida, el ávido deseo, los cumplidos, y qué poco ha quedado de lo tuyo. Comprenderás que mueres antes de tiempo".
Otra conocida frase de Seneca es: "Quien dedica su tiempo a sí mismo, quien programa cada día como si fuera el último, no desea ni teme el mañana".
Otra más: "Muy breve y trabajosa es la vida de quienes olvidan el pasado, descuidan el presente y temen el futuro. Cuando lleguen a la hora postrera, demasiado tarde comprenderán los infelices que, en tanto tiempo como estuvieran ocupados, no hicieron nada".
Y la última de momento: "Es triste la condición de todos los ocupados y aun peor la de quienes no se ocupan de sus cosas, duermen conforme al sueño ajeno, caminan según el paso de otro, y para amar y odiar, las cosas más libres que hay, reciben órdenes. Si esos desean saber cuán breve es su propia vida, que piensen en cuánta parte de ella es suya".
En el segundo tratado, más corto que el anterior, Sobre la vida feliz, Seneca habla a su hermano, Galión, de forma rotunda. Para él "vida feliz es aquella que está de acuerdo con su propia naturaleza, lo cual no puede suceder a no ser que, en primer lugar, la mente esté cuerda y en perpetua posesión de su cordura; además, si es resuelta y vehemente, además de bellísimamente paciente, adaptada a los tiempos, solícita pero no angustiada con su cuerpo y cuanto le pertenece, cuidadosa con el resto de cosas que conforman la vida, pero sin admirarse de ninguna, y en uso, no servidumbre, de los dones de la fortuna".
Nuevamente, en este ensayo Séneca habla de la virtud porque considera que la vida feliz sólo puede tener lugar de la mano de la virtud, de la que no hay que temer nada excesivo porque en ella misma está la mesura. Nadie puede ser feliz sin cordura porque sin ella apetecerá las cosas nocivas como si fueran las mejores. Por tanto, para Séneca: "es feliz quien tiene rectitud de juicio; es feliz quien se contenta con las circunstancias presentes, sean cuales sean, y es amigo de sus cosas; y es feliz aquel a quien la razón respalda en cualquier aspecto de su conducta".
Para terminar el comentario sobre este segundo tratado qué mejor que una frase contundente: "¿Qué diferencia hay entonces entre tú, el sabio, y yo, el necio, si uno y otro queremos poseer? Hay la mayor de las diferencias, porque las riquezas en manos del hombre sabio están en servidumbre, y en manos del necio, están al mando".
En el tercer tratado, Sobre el ocio, muy corto y menos intenso, Seneca defiende su condición de estoico frente a las críticas por apartarse de sus ideas. Compara la forma de pensar de los epicúreos y la de los estoicos porque, aunque ambos disienten en cuanto al ocio, unos y otros defienden el ocio aunque por caminos diferentes.
El eje central del tratado es la vida contemplativa y el derecho a ejercerla siempre que se cumpla con la obligación de ayudar a los semejantes. Para Séneca la contemplación es una escala no un puerto. Así, la búsqueda de la razón de vivir se debe hacer desde joven y ejercerla en soledad, aprendiendo a hacer los sacrificios, para después, una vez liberado de las tareas militares y de avanzada edad, dedicarse a la contemplación, con todo derecho, y a enseñar aquello que se aprendió.
En resumen, lectura muy recomendable, por muy conocidas que sean sus teorías siempre hay algo nuevo que nos ilumina.