Una vez más se ha demostrado la importancia de la inteligencia emocional. A estas alturas no nos sorprende pero sí es importante volver a ponerlo de manifiesto. Se trata de otro estudio, publicado en Psychological Science y reseñado en el Medical News Today, que ha analizado los beneficios de la inteligencia emocional, en este caso en la toma de decisiones.
Según los investigadores, Stéphane Côté, profesor en la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto, y Jeremy Yip, de la Wharton Business School de la Universidad de Pennsylvania, las personas toman a menudo decisiones influenciados por emociones que no tienen nada que ver con el tema sobre el que se está decidiendo.
Por ejemplo, cuando se llega al trabajo, o a casa, después de haber conducido con estrés se pueden tomar decisiones que estarán más influenciadas por las emociones sentidas dentro del coche que por lo que realmente es el objeto sobre el que se tiene que decidir.
Sin embargo, el resultado del estudio demuestra que estas personas si tienen buena inteligencia emocional están más protegidas de esta influencia. El estudio ha demostrado que entendiendo el origen y las consecuencias de las emociones sentidas se puede modular la respuesta cuando se va a tomar una decisión y puede influir en la disposición a asumir más o menos riesgos.
El estudio mostró que los participantes con niveles más bajos de comprensión emocional padecían ansiedad que no estaba relacionada con el potencial riesgo que podrían tener las decisiones que estaban tomando. Las personas con mayor inteligencia emocional no tenían ese tipo de ansiedad.
La recomendación del estudio es, desde un enfoque que presupone la inteligencia emocional, no tomar las decisiones de forma inmediata si se siente alguna ansiedad que no esté relacionada con las decisiones.
Los resultados probablemente se pueden aplicar no sólo a las emociones negativas sino también a las positivas, como la excitación. En este caso se debe también tratar de evitar toda influencia emocional en la toma de decisiones.
El trabajo señala que lo más importante es aprender a prestar atención sólo a los sentimientos que son relevantes para las decisiones que se van a tomar. Por ello, las personas que son emocionalmente inteligentes no eliminan todas las emociones en su toma de decisiones sino sólo aquellas que no tienen nada que ver con la decisión.