11 nov 2018

El combate por la felicidad. Séneca vs. La Mettrie

Interesante propuesta la de este libro, confrontar lo que era la felicidad para Séneca, un estoico, y lo que pensaba Julien Offray La Mettrie, uno de los filósofos más ignorados y criticados de la historia, con ideas totalmente contrarias a las del estoicismo. El contraste se hace a través de una interesante introducción de Iván de los Ríos y la inclusión de dos obras de estos pensadores, Sobre la vida feliz, de Séneca (de este libro ya hablé en otra ocasión en este post) y Contra Séneca o la auténtica felicidad, de La Mettrie.

Por la densidad e interés de los contenidos del libro, sin que sirva de precedente, voy a dividir mis comentarios sobre esta obra en dos partes. En este primer post trataré de resumir las ideas de Séneca, que aunque son suficientemente conocidas no está de más recordarlos de vez en cuando, y en uno segundo abordaré las sorprendentes reflexiones de La Mettrie sobre Séneca, el estoicismo y la felicidad.

Es conocido que la principal idea de la que parte Séneca, con respecto a la felicidad, es que todos queremos ser felices pero es fundamental conocer qué es lo que nos hace felices y así poder saber qué es lo que tenemos que hacer para alcanzarla. Pero también es fundamental seguir nuestro propio camino, examinando constantemente nuestra vida, sin dejarnos llevar por influencias extrañas que nos distraigan de la senda y, al final, nos alejen del objetivo. Aconseja no seguir el camino más transitado, por el mero hecho de que sea seguido por muchos, y analizar toda nuestra existencia con la mejor herramienta que tenemos en nuestro poder, la razón, la inteligencia, el juicio. Es la única posibilidad de discernir entre los cosas que dependen de nosotros mismos y aquellas que no.

Como recuerda Iván de los Rios en el prólogo: "Si conseguimos delimitar el perímetro de nuestra fuerza y atenernos escrupulosamente a sus límites, entonces, como escribe Epicuro al final de su carta a Meneceo, podríamos vivir como dioses entre los hombres porque habíamos aprendido a no desear nada que no dependa de nosotros mismos".

Así, Séneca en La vida feliz, define que lo primero que hay que determinar es qué deseamos y luego por qué camino podemos llegar a ello con la mayor celeridad. En ese camino advierte que: "Alta es la virtud, excelsa y soberana, invicta e infatigable. El placer, en cambio, es abyecto, servil, frívolo, caduco y tiene su morada en tabernas y prostíbulos".

Esta frase define el punto de vista de los estoicos con lo que Séneca concluye que la vida feliz es para el buen estoico la que se define por oposición a las delicias fugaces del tiempo, el cuerpo y el movimiento:

"El soberano bien es inmortal, no puede dejar de ser, no conoce la hartura ni el arrepentimiento, pues un espíritu recto no se desvía de su camino, no siente odio a sí mismo ni varia sus decisiones. Sin embargo, el placer, por más grande que sea, siempre se extingue, no tiene mucho espacio y por eso se colma enseguida, desaparece y nos produce tedio tras el primer arrebato. Nunca es seguro aquello cuya esencia reside en el movimiento, ajeno a toda sustancia, de modo que llega y pasa a toda velocidad, pues desde un principio siempre apunta a su final".

Y como conclusión sobre el camino a seguir, en ello coinciden todos los estoicos, Séneca se atiene a lo que diga la naturaleza, pues para él "la sabiduría consiste en no desviarse de ella y conformarse con su ley y ejemplo".

En el desarrollo de sus ideas, Séneca va dejando una serie de frases que no queda otra posibilidad que reproducir y leer una y mil veces. Se podrá estar o no de acuerdo, yo siempre he sido más epicúreo, pero no dejan de tener ese aliento de sabiduría. Me gustaría destacar solamente cinco:

- "Nadie se descarría solo, sino que es causa y autor del descarrío de otro".

- "El hombre feliz es aquel que, gracias a la razón, nada teme ni nada desea".

- "Sin salud moral nadie puede ser feliz, ni demuestra tener cabeza aquel que persiguen las cosas que están por venir como si fueran a ser las mejores. Feliz es el hombre de juicio recto, el que se contenta con lo que tiene y aprecia sus bienes, sean los que sean, el que, guiado por la razón, acepta cualquier estado de sus asuntos".

- "El placer no es el galardón de la causa de la verdad, sino algo accesorio, pues no nos parece bien la virtud porque nos deleita, sino que si nos parece bien, también nos deleita".

- "Si la virtud marcha la vanguardia, todo paso será seguro. El placer excesivo nos perjudica. En la virtud, sin embargo, no hay que recelar nada, porque la tasa está en ella misma".

En el próximo post hablaré del sorprendente e inclasificable libro de Julien Offray La Mettrie.

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