Hablamos hace poco de la costumbre de hacer lo que se conoce como humblebragging (Ver post), es decir, de la costumbre de practicar la falsa modestia. Recientemente se ha publicado una investigación en la que se ha estudiado cómo influye en nuestras relaciones sociales el hecho de ser más o menos modestos. Sus conclusiones son muy complementarias a las del mencionado post.
La investigación fue comentada este verano pasado en un artículo aparecido en la revista TIME, bajo el título Here's How to Brag Without Making People Hate You. La conclusión principal es que las personas respondemos mejor a aquellos semejantes nuestros que se comportan de una forma modesta frente a los que se muestran más jactanciosos de sus virtudes o logros. Incluso, a la gente le gusta más que las personas se subestimen un poco, que se muestren por debajo de sus posibilidades.
Esto que parece bastante obvio, ha sido corroborado por el estudio, y, además, se puntualiza que si se está frente a una persona que tiene la tendencia a jactarse de algo, las autopromociones son mejor recibidas si estas están respaldadas por alguna evidencia o información adicional que demuestre lo que se está manifestando. En la misma línea, se acepta mejor que alguien subestime de forma modesta un desempeño anterior cuando claramente es evidente que es superior.
La investigación también tuvo en cuenta el auge de las redes sociales y la cultura subyacente de alardear y jactarse en ellas. Se pone de manifiesto que las personas muestran actualmente niveles más altos de autoestima y narcisismo que las generaciones anteriores, por ejemplo que sus padres.
A los participantes en el estudio se les presentó una serie de declaraciones de autopromoción o autocomplacencia. A continuación, se les suministró información que corrobora o refutara los resultados de sus declaraciones, como el testimonio de otra persona o datos de los registros escolares. Ahí es cuando se comprobó que las personas respondían mejor a los alardes cuando eran precisos y comprobables en lugar de falsos o ambiguos.
En general, sin embargo, los participantes del estudio miraron más favorablemente a las personas modestas, es decir a aquellos que hicieron una declaración de autocomplacencia modesta a pesar de que la información externa sugería lo contrario. Este resultado, según los investigadores, sugiere que, a pesar de todo, las redes sociales no han erosionado de forma importante nuestra preferencia cultural por la modestia.
Una última conclusión interesante, en relación con las redes sociales, es que cuando se realizan autopresentaciones existe una línea muy fina que separa lo que es presentarte como competente, pero no demasiado, de lo que es una presentación engañosa. Un claro aviso a los fanfarrones crónicos de las redes sociales para que tengan en cuenta que el humblebraging no ayuda a hacer amigos.