10 oct 2018

La importancia de conocer el cerebro para la educación

En otra ocasión he hablado aquí del proyecto Aprendemos juntos. Esta vez lo cito porque he encontrado una intervención de Rafael Yuste, neurocientifico que ya ha aparecido aquí por su participación en el proyecto BRAIN. Su intervención es muy interesante y por eso me permito recomendarlo.

Rafael Yuste es profesor de Ciencias Biológicas y Neurociencia en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y uno de los iniciadores del proyecto BRAIN (acrónimo inglés de Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies) con el que se pretende crear un mapa del cerebro humano con el que conocer mejor el comportamiento del ser humano a través del funcionamiento de las neuronas.

Su intervención (Ver aquí) está centrada en su idea de que para intentar averiguar cómo se aprende necesitamos saber primero qué es un pensamiento y, lógicamente, entender qué hace el cerebro cuando se tiene un pensamiento.

Según describe, se llevan más de cien años acumulando conocimiento de un interesante rompecabezas en el que faltan muchas piezas por encajar. Se sabe bastante de cómo funcionan las neuronas individualmente pero menos de cómo funcionan las conexiones entre ellas y muchísimo menos de los circuitos neuronales, lo que Ramón y Cajal llamaba “las selvas impenetrables”.

Sin duda, lo mejor es oír su intervención. Para los perezosos me gustaría destacar algunos temas.

Durante la exposición habla del funcionamiento del hipocampo y su tarea como "GPS del cerebro”, una especie de mapa espacial del mundo dentro de nuestro cerebro. Un descubrimiento por el que dieron el Premio Nobel a dos investigadores noruegos y uno americano.

Otro de los temas comentados que me gustaría destacar es su reconocimiento de que el sueño, saber por qué dormimos y para qué sirve, es todavía uno de los grandes misterios de la neurobiología. Asimismo, muy interesante es su reflexión de lo que ocurre cuando hablamos con una persona. Afirma que se produce una involucración emocional con el interlocutor que hace que la mayor parte de la información transmitida no esté en lo que se dice sino en la manera en que se dice. Se ha medido que un porcentaje alto de lo comunicado procede de la expresión facial, la expresión corporal y el tono de voz.

También reconoce que no se conoce qué influye más en el cerebro, la genética o la educación, pero que hay evidencia por ambos lados, hay rasgos que son heredados y rasgos que no son heredados.

Finalmente, como retos de futuro para la neurobiología, habla de entender cómo se genera nuestro comportamiento por el funcionamiento de los circuitos de neuronas. Se pretende leer el genoma, leer el cerebro y descifrarlo como si fuera un idioma extranjero. Además, cree que en el futuro sería posible acelerar el aprendizaje optimizando el uso de las neuronas.

Curiosamente, se confiesa practicante del mindfulness. Lo dicho, merece la pena ver su intervención.

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