24 oct 2019

Ganas de amargarse la vida

Hay personas que tienen una fijación enfermiza en centrar su atención en cualquier situación desagradable. No solo se fijan en su propia vida sino también en la de los demás. Así, si no hay algo en su cercanía que amargue su vida, tratan de buscar por todos los medios ocasiones para sentirse más cerca de penalidades o sufrimientos con el objetivo de renovar su necesidad de amargarse la vida.

Estoy hablando de personas que "buscan" estas situaciones por una necesidad y no de, como es evidente que las hay, otras personas que pueden sufrir amargura de forma esporádica y no buscada conscientemente. Son personas que orientan su vida hacia los problemas y tienen por sistema obviar cualquier aspecto lúdico o positivo de la vida. Seguro que todos conocemos alguna persona así.

Lo triste es que llegan a encontrar placer en la desgracia, en la amargura, es algo patológico. Digo todo esto a raíz de un artículo que leí el otro día sobre Paul Watzlawick, psicólogo austríaco nacionalizado estadounidense, muy conocido por su "Teoría de la comunicación humana" y autor, entre otros, de un libro que se hizo muy famoso hace unos años, El arte de amargarse la vida. Yo lo leí en su día, cuando no existía este blog, y no pienso que sea un libro de autoayuda sino una buena apología de la ironía y del sentido común. Tengo buen recuerdo de él.

A lo que vamos, hay algo de masoquismo en estas personas porque su tendencia a lo trágico llega a convertirse en necesidad y es por eso que ponen más atención cuando están escuchando algo catastrófico que cuando se les cuenta algo divertido. Son personas que constantemente están emitiendo mensajes autodestructivos, pensando que han decidido ir por el camino equivocado, que han tomado la peor decisión o recordando hechos pasados en los que han cometido algún error, siempre regodeándose en la culpa y siempre con su tendencia a extremarlo todo, no hay matices para estas personas.

La inseguridad y el victimismo suelen sus compañeros de viaje. Es muy frecuente que su inseguridad se manifieste diciendo, ante cualquier situación novedosa, lo mal que lo van a hacer. "No puedo” es su frase favorita ante estas situaciones porque siempre las ven como una amenaza más que como una nueva oportunidad. El resultado es que esta actitud afecta negativamente a su autoestima. Suelen bloquearse y perder nuevas oportunidades de ser uno mismo. Siempre es mejor arriesgarse a equivocarse y aprender de los errores cometidos.

Algo parecido les pasa a los perfeccionistas, que siempre están amargados porque no logran llegar a la perfección que ellos consideran a su alcance. Tienen miedo al fracaso, a cometer errores porque se han marcado objetivos inalcanzables que desmotivan. Evidentemente, no se puede ser perfecto ni conseguir siempre todo a la primera y sin fallos, es imposible. De hecho, hay muchos estudios que han demostrado la relación entre el perfeccionismo y la infelicidad.

Igualmente, el victimismo suele ser su modo de vida. Es una postura muy fácil, esconderse con apariencia de víctima y hacer responsables de las desgracias a los demás. Esto puede valer a corto plazo, y en determinadas circunstancias, pero a la larga provoca amargura, que quizás es lo que buscan estás personas, baja la autoestima y perjudica la toma de decisiones.

Sin ser exhaustivo, y lógicamente si pretender que estas personas cumplan con todas las características que estoy enumerando, se puede añadir que suelen tener tendencia a la comparación, algo que podemos hacer todos, pero ellas lo hacen para amargarse, para encontrar siempre alguien que está mejor en cualquier faceta de la vida. Están muy pendientes de lo que tiene los demás y siempre procuran engrandecer aquello en lo que están en desventaja, sin fijarse en aquellas cosas en las que podrían quedar mejor. Sencillamente porque la comparación la hacen con los que tienen más o les va mejor que a ellos, por la razón que sea.

Finalmente, una característica fundamental que define a estas personas es su falta de sentido del humor, que creo que es un aspecto muy definitorio de las personas inteligentes.

En definitiva, creo que, en el fondo, intentar amargarse puede ser más sencillo que enfrentarse a lo negativo e intentar solucionar los problemas. Es por eso que hay muchas personas que se refugian siendo así, porque tienen miedo y no se encuentran en condiciones de luchar y tratar de mejorar su resiliencia ante las adversidades. En este blog ya hemos hablado sobre la resiliencia, no es un término nuevo. Es verdad que es una actitud con una importante base genética pero también que puede ser aprendida y mejorada gracias a la plasticidad de nuestro cerebro, que le permite ser flexible y adaptarse a las situaciones novedosas.

Mi consejo sería que hay que procurar superarse y afrontar los acontecimientos dramáticos de la vida de forma constructiva e incluso cambiar la forma de entender la vida después de esos sucesos.

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