15 may 2015

El amigo tóxico

La toxicidad es un concepto que lleva tiempo utilizándose en el ámbito laboral para referirse a aquellos "empleados tóxicos" que contaminan las relaciones humanas y el ambiente laboral. El problema está detectado y documentado desde hace tiempo pero la solución óptima está lejos de ser hallada. En las relaciones de amistad ocurre prácticamente lo mismo y la solución también tiene diferentes aristas que nos desconciertan porque en ellas no hay jerarquías y sí amistad y sentimientos diversos.

En el ámbito laboral, la polémica sigue sin resolverse porque frente a unos que opinan que lo mejor es deshacerse de ellos rápidamente, otros opinan que lo mejor es un tratamiento personalizado con vistas a su recuperación mediante soluciones de couching, porque argumentan que todos cambiamos y en el fondo podría ser una cuestión de falta de compromiso, desmotivación o de no estar en el sitio adecuado. Probablemente, dicen otros, sea también algo de falta de liderazgo.

Incluso, hay algunos que, sin reconocerlo, utilizan los empleados tóxicos para su propio beneficio o como armas de destrucción, o desactivación, de otros empleados más validos pero susceptibles de convertirse en una amenaza para los jefes. Una táctica que siempre fracasa más temprano que tarde según mis propias experiencias.

Algo de todo esto ha aparecido ya en este blog (Ver post sobre el jefe tóxico). Ahora lo que quería comentar es algo que me viene rondando la cabeza relativo a ese tipo de personas/relaciones tóxicas, que aparecen entre nuestras amistades. Muchas veces no nos damos cuenta del problema hasta que cierto día lo tenemos en nuestras narices y no sabemos cómo reaccionar, porque no es fácil.

Como en el trabajo, existe una tipología diversa de comportamientos y personalidades. Pero eso es lo que me gustaría resaltar aquí dos cosas. Primero, que no es fácil gestionar una relación así porque cada caso es un muy diferente. Casi siempre existen unas relaciones o vínculos personales que impiden generalizar o aconsejar soluciones que no tengan en cuenta los sentimientos.

Segundo, que creo que, en la gran mayoría de los casos, no se trata de personas tóxicas sino de momentos o de hechos tóxicos. Es decir, que cada uno de nosotros seguro que siempre hemos ejercido en algún momento de tóxicos, esperemos que sean pocas veces porque si no sería preocupante. Sería bueno reflexionar y pensar en esos momentos que hemos podido parecer a nuestros amigos como un amigo tóxico.

La única solución válida en todos los casos es actuar y tratar de evitar esos momentos. Si somos nosotros mismos los que caemos en esas situaciones deberíamos ser capaces de reaccionar y tratar de rectificar, aunque sea a posteriori. Y si se trata de algún amigo, intentar hacerle ver lo que creemos que es un comportamiento inadecuado. Si esta situación se repite demasiadas veces... es hora de cambiar de amigo.

Finalmente, me voy a atrever a dar algunas pistas para detectar esos momentos en los que la toxicidad aparece en el horizonte. Serían casos como:

  • Actitud provocadora de conflictos, que contamina el ambiente porque cuestiona todo.
  • Falta de fidelidad difundiendo confidencias entre grupos de amistades diferentes, con intenciones dudosas.
  • Pasotismo, indiferencia o desgana para implicarse en las decisiones del grupo.
  • Mala interpretación de las cosas, muchas veces por no escuchar o por tener una idea preconcebida difícil de cambiar
  • Excesiva velocidad en las decisiones por ansiedad.
  • Peleas de liderazgos grupales, evidentes o no.
  • Búsqueda forzada de atención para desviarla de otro foco.
  • Arrogancia, falta de sensibilidad o humildad.
  • ....

La lista sería muy larga así que lo mejor es tratar de hacerse cada uno su propia lista y estar atentos para detectar los nubarrones tóxicos, evitarlos o corregirlos. Ah! y cuidado con la basura emocional, de la que ya hablamos aquí (Ver post).


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