15 nov 2020

Hacia un modelo ético universal de la humanidad

En el anterior post (Ver post) hablé sobre el método utilizado por los autores del libro Biografía de la humanidad, José Antonio Marina y Javier Rambaud, en su estudio de la evolución cultural del ser humano. Ahora me propongo reseñar brevemente algunas de las claves que, según ellos, les permiten enunciar una ley del progreso ético de la humanidad, concretado en un modelo ético de validez universal.

El análisis cubre todo un largo proceso de evolución, desde los inicios de nuestra especie en África, en el que se incluyen referencias a temas tan trascendentales como: el nacimiento de la agricultura y la ganadería, los asentamientos y el crecimiento de las aldeas y ciudades, el nacimiento de la escritura, la propiedad y su defensa, el uso de la fuerza y las conquistas, la esclavitud, el comercio, el dinero, el papel de la política, el poder y la religión y un largo etcétera.

Lugar privilegiado ocupan temas como la educación ("La capacidad de aprender impulsó la aparición de nuestra especie, que sobrevivirá mientras continúe aprendiendo"), la religión ("...que produce múltiples guiones evolutivos y ha sido fuente de enfrentamientos") y, significativamente, la Ilustración. Sobre esta última incluyen una conocida sentencia de Kant que no me cansaré nunca de repetir, aquí la copio: "La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. Incapacidad significa imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Es culpable porque no está causada por falta de inteligencia, sino de decisión y valor para liberarse. Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración".

Una primera tesis es que la evolución de las culturas se ha enfrentado con diferentes problemas estructurales en coyunturas diversas. Eso ha provocado la elección de soluciones con variedad de herramientas, físicas o mentales, que han buscado la eficiencia y llegando a soluciones distintas a problemas iguales. Es un proceso práctico en el que la experimentación de soluciones va desechando unas y aceptando otras, se van perfeccionando mediante la acumulación de pequeñas innovaciones. En este proceso hay culturas que prefieren la repetición, tales como la egipcia o la china, y otras, como las occidentales, que eligen más lo novedoso.

Otra constate de la evolución ha sido el progreso técnico. El afán de aumentar nuestro poder sobre la naturaleza o sobre nuestros semejantes y la emulación competitiva o mimética entre los individuos favorecieron la transmisión cultural. Aseguran los autores que la acción humana depende del difícil juego de coordinar pasión y razón. Así, la pasión exploratoria del hombre nos ha llevado a descubrir constantemente nuevos incentivos y propiciar nuevas búsquedas.

En su exposición de la evolución de las culturas los autores dan mucha importancia a la genealogía de los derechos, que consideran como una aventura esencial de la humanidad. Frente a tres propuestas diferenciadas basadas en Dios, las leyes antiguas y la naturaleza, las diferentes culturas han considerado los derechos de forma diferente. Oriente y occidente no solo han diferenciado los derechos individuales frente a los colectivos sino que también se han enfrentado con la idea de libertad.

Un momento muy interesante es cuando hablan de la felicidad. Los autores distinguen entre felicidad subjetiva y objetiva. Ya habló de ello Aristóteles cuando diferenciaba la política y la ética, la primera dirigida a la felicidad social y la segunda a la individual. La experiencia de la felicidad también es diferencial pues depende de cómo se perciba la felicidad de los demás, la felicidad objetiva. Por ejemplo, el cristianismo valora la felicidad objetiva mientras que la subjetiva la pospone a otra vida. Por eso, la aspiración de acercarnos a una felicidad más objetiva, auxiliada por el conocimiento científico y humanista, sigue siendo todavía parte de un horizonte racional de vida.

Terminan su estudio asegurando que la ciencia de la evolución podría dar origen a un nuevo humanismo. Un humanismo de "tercera generación" (La primera fue el Renacimiento y la segunda el siglo XIX) en la que "nos esforcemos en convertirnos en animales espirituales...Cuando los humanos se liberan de la ignorancia, del miedo y del odio al diferente, es decir, consiguen los bienes necesarios, buscan la información adecuada, cultivan el pensamiento crítico y fomentan la compasión, convergen hacia situaciones éticamente preferibles”.

Y, en la línea de Steven Pinker, del que comentan los conocidos cinco demonios interiores (la violencia depredadora para conseguir un fin, el deseo de dominar, la venganza, el sadismo y las motivaciones ideológicas) y los cuatro ángeles interiores(la compasión, el autocontrol, el sentido moral y la facultad de razonar), definen un modelo ético universal que "se caracteriza por el respeto a los derechos individuales, el rechazo a las discriminaciones no justificadas, la confianza en la razón para resolver problemas, la participación en el poder político, las seguridades jurídicas y las políticas de ayuda".

Esto solo ha sido un intento modesto de condensar una obra monumental por lo que seguro que habrá muchas carencias que solo se podrán solventar leyendo el libro y teniéndolo cerca para releer.

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