21 feb 2013

El hombre en busca de sentido


Este libro lo había leído hace años pero no lo tenía así que el otro día aproveché que lo vi en una nueva reedición (Herder Editorial) para comprarlo y releerlo. Como es conocido, este libro del neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl trata de su experiencia en varios campos de concentración nazis, entre ellos Auschwitz y Dachau, durante los años 1942 y 1945.

Es una bella descripción psicológica y psicopatológica de los habitantes de un campo de concentración que, a pesar de encontrarse conscientemente al borde de la muerte, pueden encontrar razones para aferrarse a la vida. Se trata de un mensaje de esperanza sobre la capacidad humana para trascender las dificultades y encontrar un sentido a sus vidas.

Se incluye un muy interesante prólogo de Jose Benigno Freire, profesor de Psicología de la Personalidad de la Universidad de Navarra, en el que describe la decisión de Frankl de permanecer en Alemania por razones familiares, a pesar del ascenso del nacismo, y las consecuencias de esa decisión. Se detalla también la génesis del libro después de abandonar los campos de concentración en una situación de "despersonalización" en el que todo parecía irreal, misterioso, como un sueño, y de enterarse de que su mujer y sus padres habían muerto en las cámaras de gas de otros campos de concentración.

El libro, cuyo primer título era "Un psicólogo en un campo de concentración", supone una lección de capacidad de análisis de la personalidad en situaciones extremas y es muy fácil de leer, sin tecnicismos salvo el apéndice del que ya hablaré. Su principal enseñanza es que al contrario de lo que se pueda pensar sobre que el hombre es un ser completa e inevitablemente determinado por su entorno, su experiencia le enseñó que el hombre siempre mantiene su capacidad de elección.

Para Frankl, las reacciones psíquicas de los internados se presentaban como el efecto lógico de un determinado cúmulo de condiciones físicas y sociológicas. Sin embargo, aunque algunas situaciones, como el crónico déficit de sueño, la escasísima alimentación y las múltiples tensiones psíquicas, podrían inducir a suponer un comportamiento uniforme y estereotipado de los internos, su análisis le hizo concluir que cada prisionero se convertía en un determinado tipo de persona como resultado de una decisión íntima. Cada hombre, aun bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser, espiritual y mentalmente, porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano.

El reducto íntimo de la libertad interior jamás se pierde. El modo como soportaron esas personas el sufrimiento supuso una genuina hazaña interior. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido: "En multitud de ocasiones, son las circunstancias excepcionalmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo".

Según define Frankl, "vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular". Esas obligaciones y esas tareas, y consecuentemente el sentido de la vida, difieren de un hombre a otro, de un momento a otro, por lo que resulta imposible definir el sentido de la vida en términos abstractos.

Concluye que hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: los decentes y los indecentes. Ambas se entremezclan en todas partes y en todas las capas sociales, no hay ningún grupo social de "pura raza", incluso entre los guardias que los maltrataban en los campos.

Se incluye un Apéndice con los conceptos básicos de su teoría de la "Logoterapia", según la cual la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. Pero eso será tema de otro post (Ver).

Leer el libro y recomendarlo a vuestros hijos, familia, amigos..., siempre os lo agradecerán.

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