Cuando hablé del World Happiness Report 2107 comenté que después de cinco años publicándolo el informe de este año incluye una apartado sobre los fundamentos sociales de la felicidad, como siempre basándose en evaluaciones individuales que de la vida hacen aproximadamente mil entrevistados en cada uno de los más de ciento cincuenta países que se analizan. Este capítulo añade a las conclusiones principales algunas cosas interesantes.
En el capítulo de estudia cómo algunos aspectos del contexto social afectan a los niveles y la distribución de las evaluaciones que de la vida hacen los individuos, dentro de cada país y entre los países. En los Informes anteriores se percibió que de las seis variables analizadas aproximadamente la mitad de la valoración provenía de dos variables, el PIB per cápita y la esperanza de vida saludable, mientras que el resto se explica por cuatro variables que reflejan diferentes aspectos del contexto social.
Por eso, en este año 2017 los redactores del informe se han decidido a explorar con más detalle las diferentes maneras en que los factores sociales pueden explicar las diferencias sobre cómo califican sus vidas los individuos y las naciones. Además de analizar estos cuatro factores, también se estudia cómo el contexto social influye en las otras dos variables clave ya mencionadas.
Como señala el informe, en la sensación de felicidad ha influido mucho la crisis de los últimos años, con evidentes cambios en el ranking de algunos países pero, lo que es más importante, con la evidencia de que las alteraciones se producen de manera muy diferente según la calidad de las infraestructuras sociales e institucionales. En concreto, una crisis afectando a una estructura institucional y social débil puede dañar aún más la calidad del tejido social de apoyo porque suele desencadenar sentimientos de culpa y confrontación en lugar de fomentar la cooperación y la solución de las desigualdades.
Por otro lado, según el informe, se evidencia que las crisis económicas y los desastres naturales pueden conducir, si las instituciones tienen calidad suficiente, a mejoras antes que a dañar el tejido social. Estas mejoras no sólo aseguran mejores respuestas a las crisis sino que también proporcionan mejores niveles de felicidad debido a que las personas tendrán la sensación de pertenecer a una comunidad que les protege y es más eficaz.
Ya en el World Happiness Report Update de 2016 se mostraba que la desigualdad en el bienestar, medida por la desviación estándar de la valoración de la vida dentro de cada país, varía entre los países de forma muy diferente a como lo hace la felicidad promedio y la desigualdad de ingresos. También se evidenciaba que una mayor desigualdad de bienestar contribuye a disminuir el bienestar promedio. Por eso advertían que ampliar el enfoque desde los ingresos a la felicidad aumenta de forma importante las posibilidades de mejorar la vida de los menos felices sin hacer que otros se encuentren peor, y de una manera más sostenible y menos exigente.
Esto es especialmente evidente con las mejoras en las bases sociales de la felicidad, el tema principal del capítulo monográfico de este año. Si se focaliza en el apoyo social, la generosidad o la existencia de un entorno digno de confianza, las posibilidades de actuar para mejorar la vida tanto de los que más dan como de los que más reciben aumentan.
Concluyen los firmantes del informe que se necesita más investigación para comprender completamente la interacción de factores que determinan los fundamentos sociales de la felicidad y poder considerar formas alternativas de mejorar esos fundamentos. También concluyen que tienen muchas esperanzas en que simplemente cambiando el enfoque de los fundamentos materiales y sociales de la felicidad se puede mejorar la vida de manera sostenible para todos, en todo el mundo y a través de generaciones.
Evidentemente son declaraciones voluntaristas pero creo que aclaran algo la forma en que se pueden modificar y mejorar las intervenciones sociales con el objetivo de aumentar la felicidad del mayor número de personas. Que sigan investigando por el bien de todos. En resumen, la existencia de bases políticas y sociales sólidas y menos desigualdad contribuyen a mejorar la felicidad, eso queda muy claro.