26 abr 2020

El camino de la vida. Las reflexiones inacabadas de Tolstói

El camino de la vida, de Lev Tolstói, es un libro publicado unos meses después de que él falleciera, se podría considerar como su testamento. Son reflexiones que fue anotando durante años sobre temas muy diversos. Los quiso concentrar en treinta y un capítulos para que se leyera uno cada día hasta completar un mes. Incluye sus conclusiones morales inspiradas y apoyadas por aforismos de grandes pensadores. Hasta ahora estaba inédito en español, como comenta la editora Selma Ancira, su traductora habitual.

Es, sin duda, la expresión más completa de su pensamiento religioso. Tolstói iba extrayendo ideas de múltiples fuentes, incluidas las frases que se suelen incorporar en las hojas de los calendarios. Pero Tolstói no pudo revisar y corregir la última versión por lo que se publicaría con las revisiones de un colaborador y discípulo suyo: Iván Gorbunov-Posádov. Son pensamientos de un auténtico asceta convertido después de una juventud de excesos, al estilo de san Agustín, terminando sus días abstemio, vegetariano y pacifista, además de fundar una escuela para niños pobres. Todo eso se refleja en el libro.

Como describe en el "Prolegómeno" del libro: "Para que el hombre pueda llevar una vida de bien, es necesario que sepa lo que debe y lo que no debe hacer. Para saberlo, debe entender qué es él mismo y qué el mundo en el que vive". Todas las enseñanzas de sabios de diferentes culturas que incluye en el libro, dice Tolstói, coinciden en lo esencial, "en lo que a cada ser humano le dice su razón y su conciencia", se refiere fundamentalmente a nuestra alma y a Dios. Con sus reflexiones, Tolstói pretende contribuir a la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.

Tolstói resume y advierte en el prólogo sobre las citas y referencias incluidas en su breviario, conviene incluirlo aquí entero: “Los pensamientos aquí reunidos pertenecen a los más diversos autores, comenzando por la escritura brahmi, la confucionista y la budista, y llegando hasta los Evangelios, las epístolas y a muchos pensadores tanto antiguos como modernos. La mayoría de estos pensamientos, tanto en su traducción como en su reconstrucción, han sufrido una modificación tan grande que me resulta incómodo calzarlos con la firma de sus autores. Los mejores de estos pensamientos anónimos no son míos, sino de los sabios más grandes del mundo”. Según la editora y traductora Selma Ancira no está claro si él mismo hizo las traducciones de pensadores como Confucio, Lao-tse, Epicteto, Marco Aurelio, Buda, Pascal y el Evangelio, por citar los que son más nombrados.

Los títulos de los capítulos son: La fe; El alma; Una sola alma para todos; Dios; El amor; Pecados, tentaciones y supersticiones; Los excesos; La lujuria; La holgazanería; La avaricia; La ira; La soberbia; La desigualdad; La violencia; El castigo; La vanidad; La superstición del estado; Las falsas creencias; La falsa ciencia; El esfuerzo; La vida está en el presente; El no-hacer; La palabra; El pensamiento; La abnegación; La humildad; La veracidad; Los males; La muerte; Después de la muerte; y La vida es un bien.

Como se ve, los temas son muy diversos pero hay un constante hilo conductor que es Dios, el principio universal invisible que existe por sí mismo y que da vida a todo lo vivo, según Tolstoi. Fue muy creyente aunque de una manera muy personal pues se quejaba de la influencia de los sacerdotes y sus ansias políticas. Como se sabe, el conde Lev Tolstói era un anarquista, también muy personal, siempre defensor del individuo y contrario a los políticos y a los científicos. Por eso, en este libro dirige sus improperios contra la superstición de la iglesia, la superstición del Estado y la superstición de la ciencia.

Merece la pena leerlo por sus citas y por las grandes ideas aportadas, sobre todo en sus reflexiones políticas y sociales y en su defensa del individuo. Sin embargo, sinceramente, tanta insistencia en el papel preponderante de Dios termina cansando y, además, es excesivamente pulcro en cuanto a costumbres. Su insistencia en, por ejemplo, la castidad termina resultando patética. Aun así, recomiendo su lectura, especialmente me ha gustado el capítulo 23: "La palabra".

Y para terminar algunas frases de las suyas que más me han gustado, dejando aparte todas las de los sabios que se incluyen, ya sean originales o adaptadas por él.

  • "Lo más importante para ti es cómo te percibes a ti mismo, porque de eso dependerá que seas feliz o infeliz, y de ninguna manera de cómo te perciban los otros. Y por eso no pienses en la opinión de la gente, piensa únicamente en cómo hacer que tu vida espiritual no se debilite, sino que se fortalezca".
  • "No es una vergüenza ni es malo no saber. Nadie puede saberlo todo. Pero si es una vergüenza y es malo aparentar saber lo que no se sabe".
  • "Condenar a otro siempre es injusto, porque nadie puede saber nunca lo que ha pasado o pasa en el alma de aquel a quien condena".
  • "Para comprender sensatamente la vida y la muerte y esperar la llegada de esta última en paz, es indispensable comprender nuestra propia insignificancia".

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