6 may 2016

La importancia de la actividad mental para cuidar el cerebro

El otro día hable de la importancia para nuestra salud de la práctica de la meditación o del mindfulness (Ver post). También es bueno recordar los beneficios de la actividad física (pero sin pasarse!), de lo que también he hablado en más de una ocasión (Ver post). Otra de las claves para mantener en buen estado nuestro cerebro es manteniéndolo activo intelectualmente.

Está confirmado que la estructura del cerebro nunca es la misma, que se transforma dependiendo de cómo se utilice y, lógicamente, evoluciona con la edad. No hay duda, dicho por los expertos claro, que un cerebro joven reacciona con más rapidez que uno más maduro, porque el cerebro se ralentiza y pierde capacidad de memoria con la edad. De hecho, se piensa que desde los 30 años el cerebro empieza a envejecer. Sin embargo, nos quedan al menos dos salvavidas.

Primero, el hecho de la ralentización en el proceso intelectual tiene su pequeña ventaja porque la rapidez no es necesariamente un síntoma de eficacia. El tiempo empleado en el procesamiento de la información ayuda a una toma de decisiones más elaborada y permite aprovechar las ventajas de experiencias pasadas que solo se acumulan con la edad. Es un pequeño consuelo porque lo cierto es que a más capacidad de procesamiento de datos mejores decisiones, pero como se suele decir "la experiencia es la madre de la ciencia".

Otra gran esperanza que nos queda es que constantemente se están creando nuevas estructuras y conexiones cerebrales propiciadas por la actividad de la mente. Toda actividad intelectual mantiene e incluso crea hasta edades avanzadas las concesiones cerebrales que de otra manera tienden a atrofiarse. Con la falta de uso se pierde tono como cualquier músculo de nuestro cuerpo que no se utiliza. La inactividad o la monotonía facilitan que estas estructuras vayan debilitándose y desapareciendo. Por eso, solo depende de nosotros, de los desafíos que nos marquemos, para que este proceso se desarrolle en positivo y no hacia la degradación, que al final llegará, obviamente.

Si este tema se mira desde la madurez, o la vejez, esta necesidad de actividad se considera más crítica. La flexibilidad del cerebro permite que se puedan contrarrestar los efectos degenerativos hasta edades avanzadas, por ejemplo se suele citar el caso de Goethe que finalizó su obra maestra Fausto a los 82 años. Pero este requiere además de voluntad una buena alimentación.

Digo esto porque hace unos días la prensa daba cuenta de un trabajo, del Hunter College de la Universidad de New York, en el que se ha estudiado el consumo energético de nuestro cuerpo. En él se destaca las especiales necesidades que demanda el cerebro de los humanos, pues llega a consumir hasta el 25% de nuestras necesidades calóricas. El estudio relaciona este alto consumo con el resto de primates y llega a la conclusión de que nosotros consumimos muchas más calorías y que es una de las razones por la que nuestro cuerpo tiende a almacenar más grasas que el resto de primates, precisamente para tener aseguradas las necesidades de consumo del cerebro. Pero esta es otra historia.

En definitiva, el cuidado del cerebro requiere un poco de ejercicio, que ayuda a la circulación de la sangre y por tanto del cerebro, bastante actividad intelectual (por ejemplo, juegos didácticos tipo sudokus, aprender un idioma, plantearse constantemente nuevos conocimientos, lecturas, meditación, etc.), para estimular la regeneración celular, y, por último, una alimentación adecuada.

Además de estos tres pilares básicos hay dos elementos fundamentales para que estos beneficios no se vayan al traste. Estoy hablando, primero, de dormir las horas adecuadas. Aunque es muy personal, dicen los expertos que en general se necesitan entre 7 y 8 horas de sueño, tiempo durante el cual el cerebro sigue funcionando y recuperándose, creando nuevas estructuras y consumiendo calorías. Segundo, la actitud, o llamémosle voluntad. Manteniendo una actitud positiva y motivada el cumplimiento de los tres pilares mencionados anteriormente está más al alcance.

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