Este fin de semana nos ha dejado Salvador Pániker. Medio ingeniero, medio filósofo; medio indio, medio catalán, o sea español; medio rico, medio ermitaño; medio memorialista, medio conversador; medio místico, medio agnóstico; sabio entero, por eso dudaba de todo. Pasó por esta vida disfrutando, escribiendo y compartiendo su sabiduría.
Como dijo en alguna ocasión, recomendaba escribir un diario como "autoterapia" para verbalizar las emociones y los sentimientos: "Uno escribe para tenerse en pie. Frente a la vida, que te excede, hay un margen que no se entiende; el diario ayuda". Es por eso que su legado esté casi todo basado en sus propias experiencias personales, fruto de una intensa vida intelectual y de sus numerosas amistades.
Escribió numerosos libros, además de ser el fundador de la editorial Kairós, pero sin duda los que más huella me dejaron fueron sus primeras memorias, Primer testamento, y su continuación Segunda memoria. Más tarde, emprendería la publicación de sus diarios que para mí son más personalistas y menos generosos en compartir su sabiduría, pero sin duda son interesantes: Cuaderno amarillo, Variaciones 95, Diario de otoño, Diario del anciano averiado y, todavía sin publicar, Adiós a casi todo.
Cuando presentó Segunda memoria en Madrid, en mayo de 1988 (tenía él 61 años y yo 33), dijo que con el libro pretendía "ponerle música a mi vida" y vaya que si lo consiguió, no solo a su vida sino a la de mucha gente. Una gran pérdida!
No hay mucho más que decir, se trata solamente de un recuerdo, de un testimonio para que los que lean esto puedan animarse a disfrutar de sus lecturas, no se arrepentirán. Yo ya estoy haciendo hueco para leerle otra vez. Para más información, ya se publicarán estos días artículos y reseñas sobre su biografía, lo mío es pura memoria personal.