Desde que Dinamarca aparece en los primeros lugares de los estudios que analizan el estado de felicidad, por ejemplo en el World Happiness Report de Naciones Unidas del que hemos hablado aquí varias veces (Ver post), se ha intentado buscar explicaciones sobre las razones de esta privilegiada situación y se ha puesto de moda la palabra hygge.
Parece que es difícil traducir hygge al castellano. Dicen que se pronuncia algo así como "hu-ga" y dicen los que entienden que el sentido de esta palabra engloba términos como seguridad, confortabilidad, comodidad, familiaridad, etc. Aseguran que ese es el secreto de los daneses, y probablemente de los noruegos que este año son los que encabezan la lista de países más felices. Algunos dicen que también influye además de la forma de vida, el clima, porque a más horas de sol siempre se tiene más oportunidades para salir, alternar, y dedicar menos tiempo para actividades más interiores, más reflexivas.
Pero si lo analizamos con un poco de atención, con este término no se está diciendo nada nuevo si pensamos que lo que se está destacando como la fórmula secreta es que consiste en poder disfrutar de los buenos momentos, sobrevenidos o más bien buscados, y tener una actitud positiva ante la vida. Se está hablando nada más que de hacer las cosas con confianza, de disfrutar de las pequeñas cosas, de ser uno mismo, de estar en paz con nuestro entorno, de disfrutar de buena compañía, de momentos de soledad, de disfrutar de lugares paradisiacos, de vestir cómodo y no como quieren otros, de comer lo que nos gusta y un largo etcétera, ¿A que no parece tan novedoso?
Y lo que es más penoso, al hilo de esta moda del término, y por eso me parece interesante traerlo aquí, como era de esperar ya han aparecido "expertos" en el hygge que intentan hacer el agosto publicando libros y demás parafernalia de autoayuda, con poca reflexión y mucha prisa para aprovecharse del momento. Una pena porque lo que debería ser un tema a estudiar y tratar de extraer enseñanzas para otras sociedades se convierte una vez más en mercancía de consumo rápido.
En definitiva, está bien analizar el hygge pero sería mejor profundizar en las cosas que ya se conocen y no pretender quemar etapas y querer ser felices a la fuerza, lo que siempre tiene malos resultados. Valga como ejemplos los términos aquí muy presentes como el mindfulness, el flow, o todas las magníficas aportaciones de la psicología positiva y en especial de M. Seligman.
Quedémonos con lo más positivo, vivir el hygge significa ni más ni menos que integrar en nuestra forma de vida todas estas cosas que pretende significar, no solo en casa sino también en el trabajo, con las amistades, etc., y es una cuestión de años no algo que se adquiera en pocos momentos.