Está bastante aceptado por los expertos que el estrés es un mecanismo de protección que tiene el ser humano. A pesar de ello numerosas consultas médicas, sobre todo en las sociedades avanzadas, están relacionadas con problemas de estrés. Este mecanismo de defensa, de forma inconsciente, pone en marcha recursos para hacer frente a situaciones de conflicto.
El problema surge cuando este mecanismo se convierte en un factor negativo que hace que, en vez de poner en marcha nuestras fortalezas y/o virtudes, actúen mecanismos bloqueantes que pueden provocar reacciones de ataque o huida, influyendo en nuestra salud y en la capacidad personal.
Cabe recordar las teorías de un médico húngaro llamado Hans Selye (escribió libros como The Stress of Life, From Dream to Discovery: On Being a Scientist y Stress without Distress) fue profesor de la Universidad de Montreal y fundador de la Hans Selye Foundation y el Canadian Institute of Stress. Según él, el estrés es como una moneda de dos caras en la que una es el eustrés que al ponerse en marcha produce efectos beneficiosos mientras que la otra es el distrés que llega a perjudicar nuestro sistema inmunológico, afecta al riego cerebral y reduce nuestra capacidad creativa. Pasar de una cara a otra necesita entrenamiento y ayuda profesional.
Lo que los expertos tienen claro es que un poco de presión estresante es necesaria tanto para uno como para otro y dependiendo de su intensidad la moneda se puede decantar de un lado o de otro. Es decir, para funcionar con eficacia es necesaria cierta tensión, pero cuando ésta sobrepasa ciertos niveles, o se produce de forma continuada en un periodo de tiempo prolongado, la eficacia disminuye con rapidez y se torna en distrés.
El consejo de los expertos es de dos tipos. Por un lado, actividad física, ejercicios de relajación y expresar nuestros sentimientos en conversaciones con otros. Por otro lado, desde el interior de la persona, mejorar la resilencia y la autoestima con técnicas sencillas.