8 jun 2016

Por qué ayudar a los demás conduce al éxito

Ayudar a los demás tiene una importante rentabilidad social y laboral y conduce al éxito. Este es el principal mensaje del libro Dar y recibir de Adam Grant. Alguna vez ha aparecido aquí Grant pero esta vez le dedicamos una atención especial por su magnífico libro en el que nos explica su teoría sobre el comportamiento de las personas que llama donantes frente a los receptores.

Según la sabiduría convencional, la gente de éxito tiene tres cosas en común: motivación, capacidad y oportunidad. Grant añade un cuarto ingrediente y es que el éxito depende también de cómo abordamos nuestras interacciones con los demás. En esta interacción se ha comprobado que la gente presenta importantes diferencias en sus preferencias respecto a la reciprocidad, que se concreta en su combinación preferida entre dar y recibir.

Define para ello dos tipos de personas, que se situarían en los dos extremos, los receptores y los donantes. Los receptores se caracterizan porque les gusta obtener más de lo que reciben, es decir que inclinan la reciprocidad con los demás a su favor y anteponen sus intereses a las necesidades de los demás. Los receptores creen que el mundo es un lugar competitivo en el que para alcanzar el éxito tienen que ser mejores que los demás. Se distinguen, entre otras cosas, porque tienen un gran instinto de autoprotección. Por su parte, los llamados donantes inclinan sus preferencias de reciprocidad hacia el otro lado, es decir, prefieren dar antes que recibir.

Mientras que los receptores tienden a ser personas centradas en sí mismas y priorizan lo que los demás pueden darles, los donantes están centrados en los demás y prestan más atención a lo que los otros necesitan de ellos. Para explicarlo Grant añade una metáfora según la cual los receptores absorben la energía de los que les rodean, como los agujeros negros, mientras que los donantes son soles que inyectan luz a los de su alrededor.

Incluye una referencia a un estudio del psicólogo Shalom Schwartz realizado en varios países, incluido España, en el que demuestra que los donantes son más proclives a valores relacionados con la utilidad, la responsabilidad, la justicia social y la compasión. Por su parte, los receptores tienen valores relacionados con la riqueza, el poder, el placer y la prioridad por ganar.

Como recuerda Grant, hay estudios que demuestran que la mayoría de la gente actúa en sus relaciones sociales como donante pero en el entorno laboral, donde dar y recibir se convierte en una tarea más complicada, la tendencia se invierte. Además, añade que en general no suele darse una tipología pura sino que se suele adoptar un tercer estilo, los equilibradores, que tienden a buscar un balance entre dar y recibir. En este caso, cuando los equilibradores ayudan a los demás, se protegen a sí mismos porque buscan reciprocidad, buscan un intercambio igualitario de favores.

Por lo tanto, dar, recibir y equilibrar son los tres estilos diferenciados de interactuar socialmente. Todas las personas tienen un estilo de reciprocidad primario aunque a veces actuemos con otro de forma consciente o inconsciente. A menudo no es fácil diferenciar entre ellos por lo que Grant da en el libro algunas pistas para su detección.

Establecidas estas premisas, y con una gran profusión de casos concretos de personas que están catalogadas de una u otra manera, Grant dedica la primera parte del libro a analizar los principios del éxito del donante y cómo y por qué llegan al éxito. A continuación, en la segunda parte, su atención se centra en los costes que conlleva ser donante y cómo se pueden gestionar y proteger para no convertirse en lo que cataloga como incautos felpudos.

En un próximo post lo detallo para no ser demasiado largo. Continuará (Ver post).

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