En las pasadas fiestas he tenido el placer de disfrutar de la lectura del libro de Carlos García Gual El sabio camino hacia la felicidad. En él se cuenta la historia de Diógenes de Enoanda que en el siglo II de nuestra era construyó en la plaza de su ciudad un enorme muro de piedra para inscribir en él un resumen de la doctrina de Epicuro. El libro tiene el valor añadido de incluir un capítulo dedicado a las opiniones que dejó escritas Nietzsche sobre Epicuro, una delicia que, me parece, merece un post monográfico.
El mural construido por Diógenes de Enoanda, ojo no confundir con Diógenes Laercio, medía noventa metros de largo y tres de alto, compuesto de sillares de piedra caliza en los que se grabaron algunos de los textos de Epicuro. Como describe Mireia Movellán Luis, Doctora en Filología Clásica e Historiadora, en un interesante estudio previo, Diógenes pretendió difundir de forma filantrópica las ideas de su admirado filósofo del Jardín. No se sabe por quién pero el mural fue destruido unos años después y quedó en el olvido durante siglos.
A finales del siglo XIX se recuperaron bastantes de las piedras. De esos restos García Gual realiza la primera traducción al castellano. Incluye además comentarios sobre cada una de las partes de las inscripciones y algunos de los textos fundamentales de Epicuro, como son la Carta a Meneceo y las Máximas capitales completas. También, como he comentado antes, incluye un artículo sobre Nietzsche y Epicuro que ya fue publicado en Estudios Nietzsche en 2012.
Poco se puede añadir al contenido del libro y menos intentar resumir alguno de sus contenidos, imposible. Merece la pena leerlo con calma y admirar el empeño de este seguidor de Epicuro que en el ágora de su ciudad, Enoanda, en la actual Turquía, construye por su cuenta y riesgo semejante monumento. Su hallazgo significó una gran oportunidad para recuperar textos epicúreos de los muchos que se perdieron en la antigüedad, en gran parte por su enemigos, no solo los estoicos sino también los cristianos que eran contrarios a la difusión de las ideas de alguien tan crítico con los mitos religiosos y su rechazo de las doctrinas sobre un dios creador garante de la justicia en el cosmos. En aquella época no se veía bien que Epicuro defendiera su filosofía basada en que la felicidad está al alcance de todos.
Como señala Gual, algunas de los textos recuperados son solo palabras sueltas que los expertos no han conseguido dar sentido y por lo tanto no son incluidas en este libro. También señala que aunque aparecen algunos de los pensamientos que se incluyen en las Máximas capitales, estas han sido incluidas en el libro al completo por su interés para complementar el resto de textos.
Finalmente, añadir que entre los textos traducidos hay un capítulo dedicado a la vejez, Sobre la vejez (contra los que dicen que la vejez es un mal), al que dedicaré también un próximo post (Ver).
Solo puedo decir para terminar que seguro que volveré a leer el libro y recordar que, como dice una de sus máximas: "Lo fundamental para la felicidad es la disposición de ánimo, de la que somos dueños".
Motívate, sé positivo, busca tu felicidad y disfruta. Tú eres lo importante, el resto se verá favorecido por ti. El secreto de la felicidad no está en tener o hacer sino en ser, y no hay mejor forma de ser que decidir por uno mismo y estar con quien se desea.
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