Como ya dije en el post sobre el libro El sabio camino hacia la felicidad de Carlos García Gual (Ver post), dedicado a la historia de Diógenes de Enoanda y el muro de piedra que construyó con la doctrina de Epicuro, en el último capítulo se incluye un estudio, que ya fue publicado en Estudios Nietzsche en 2012, sobre las referencias a Epicuro que hace Nietzsche en su obra. Es un espléndido ensayo que no pretendo resumir aquí pero sí me gustaría llamar la atención y recomendar su lectura porque la selección de textos en los que se hacen las referencias a Epicuro no puede ser más explicativa y agradable de leer.
Las referencias de Nietzsche a Epicuro fueron numerosas en su obra filosófica y literaria. Para empezar, lo incluyó entre los escritores con los que le hubiera gustado conversar en el mundo de los muertos, en los que por cierto, señala Gual, solo hay dos antiguos, Platón y Epicuro, a pesar de que la filosofía de Epicuro es opuesta al pensamiento teórico e idealista de Platón. Pero en lo que más se fija Nietzsche es en el plano ético donde las ideas de Epicuro se enfrentan claramente a los estoicos. No sólo por la retórica moral sino por la actitud vital, de talante, como se puede ver en este extracto de uno de los párrafos de Nietzsche incluidos en el ensayo:
"El epicúreo trata de escoger la situación adecuada a las personas, e, incluso, los acontecimientos que se adaptan a su constitución intelectual extremadamente excitable, al mismo tiempo que renuncia al resto ─es decir, a la mayor parte─, puesto que para ello sería para él una dieta demasiado fuerte y pesada. El estoico, por el contrario se ejercita en tragar piedras y gusanos, trozos de vidrio y escorpiones, y en hacerlo sin disgusto alguno; su estómago debe terminar siendo finalmente indiferente a todo lo que el azar de la existencia arroja sobre él..."
Lo resume muy bien Gual en este razonamiento redondo y perfecto que merece la pena repetir aquí: "A la tesis estoica de un universo regido por la Razón, una Razón divina y providencial, un cosmos donde el individuo es una pieza que debe ajustarse al plan universal, se opone la idea de los atomistas ─de Demócrito y de Epicuro─ de un mundo infinito producto del azar, donde cada ser humano, mortal y efímero, es libre para encontrar sentido a su vida, sin trascendencia ni inmortalidad".
En relación con lo anterior, Gual dedica especial interés a confrontar, desde la perspectiva de Nietzsche, los pensamientos del estoicismo y el cristianismo. Para Nietzsche la propuesta de Epicuro es la mejor solución del pensamiento griego frente a la salvación ofrecida por el cristianismo, compartido con Platón, basada en la inmortalidad del alma, los castigos y premios del más allá y la necesidad de salvación...: "nada de mala conciencia o temor a los dioses". Todo ello lo recoge en un párrafo de El Anticristo, que no voy a repetir aquí por ser ya suficientemente conocido.
También analiza Gual la propuesta de Nietzsche de un salvador "ditirámbico" como es Zaratustra: "más cercano al festivo y jovial Dionisio que al sereno filósofo hedonista". Porque, en el fondo, concluye Gual, Nietzsche, como Epicuro, es un enfermo crónico pero nada tiene que ver, a pesar de lo que diga, la apacible vida retirada del maestro del Jardín y la filosofía trágica y dionisiaca de Nietzsche.
Otros temas que se incluyen en el ensayo son la relación entre epicureísmo y cinismo, de forma tangencial pero muy esclarecedora de la superioridad, a ojos de Nietzsche, de estos frente al negacionismo de los cínicos, o la inquina de Nietzsche hacia la decadencia del pensamiento de Sócrates y Platón.
En definitiva, lo que prevalece en los comentarios de Nietszche sobre Epicuro, y lo que más nos interesa aquí, es la admiración por su ideal de felicidad, una "felicidad de un ojo para el que el mar de la existencia se ha calmado". Es decir, se fija en la propuesta de Epicuro sobre una "felicidad basada en la calma y una modesta voluptuosidad...", subrayando lo esplendido de la ataraxia o serenidad de ánimo.