Todos somos conscientes de lo importante que es la comunicación, no sólo en las relaciones personales sino también en el ámbito laboral. En la sociedad actual, tan competitiva, definida por muchos como Sociedad de la Información y del Conocimiento, esta importancia se ha convertido en una necesidad. Hay que conocer y comunicar con eficacia y si no se tienen las habilidades necesarias es necesario adquirirlas.
Hablaremos de esto más adelante pero de momento algunas pinceladas al respecto. Según los expertos, hay dos tipos de método de comunicación: un enfoque argumentativo y detallado y otro método persuasivo y motivacional. De forma innata estaremos siempre más decantados a uno de ellos pero es posible formarse en los dos consiguiendo que el otro método, menos afín a nuestra naturaleza, lo podamos desarrollar con eficacia.
La comunicación en el trabajo es fundamental para, internamente, colaborar con los compañeros, coordinar o dirigir grupos humanas (la clave es influir, no ejercer la autoridad por que sí) y, externamente, para establecer unas buenas relaciones comerciales o representativas. Incluso en el reclutamiento de personal hace tiempo que se evalúan estas habilidades comunicativas, valorándolas tanto o más que las habilidades técnicas o las analíticas.
Un buen comunicador debe tener credibilidad, retorica e inteligencia emocional para convencer. Debe dar la impresión de que se cree lo que está diciendo, y eso no es fácil simularlo, debe también mostrar que le interesa el tema y expresarlo de forma clara y con energía y, finalmente, asegurarse la atención de los destinatarios del mensaje mediante el fomento de la interactividad para que se sientan implicados en el asunto y sean fácilmente convencidos.
Lo importante es persuadir, convencer y dejar huella, es decir, no se trata de soltar un discurso en el que se diluya el mensaje, que muy probablemente con el tiempo desaparezca. Es necesario acompañar el mensaje con herramientas que faciliten el recuerdo como son las historias, anécdotas, metáforas, ilustraciones, etc. Todo quedará mejor ubicado en la memoria visual y conceptualmente.
Como se ha comentado antes, cada uno tiene su propio estilo pero las habilidades de comunicación, como tantas otras cosas en la vida, se pueden adquirir y experimentar a lo largo de la vida. Es preciso conocerse a uno mismo y de acuerdo con ello preparase en las debilidades y aprovechar las fortalezas. Hay herramientas y técnicas que se aprenden en las numerosas escuelas de negocio o, particularmente, con profesionales cualificados para ello.
Finalmente, una obviedad. Una buena comunicación, como todo, debe prepararse con tiempo y planificarse de acuerdo con el destinatario (uno o un auditorio). Mientras más preparada esté una comunicación más eficaz será.
Otro día hablaremos de los aspectos no verbales de la comunicación, me lo apunto. Para terminar, una recomendación sobre este tema. Dos clásicos: Retórica de Aristóteles y Discursos de Demóstenes.